Bolds´ Sanctuary

Amistad (relato)

Pues como post numero 50, saco dos conclusiones:

1. Estoy muy a gusto y me habeis tratado muy bien :-).
2. Tengo demasiadas cosas que contar XD.

Asi que, voy a poner un relato sobre la amistad y os lo dedico a tod@s los que dejais vuestras impresiones más o menos a menudo, porque me da mucha alegria ver que tengo comentarios nuevos. Por cierto, el mensaje numero 199 de es Rainbow, y el 200 es... para Heartsbreaking... como me dijiste hace unos dias, nadie mejor que una amiga para dejar el comentario numero 200.

No me enrollo más, espero que os guste vuestra historia:

La zona estaba protegida del viento gracias a las montañas. Un solitario y descuidado camino cruzaba de punta a punta el valle, una inmensa extensión cubierta por un manto verde donde solo crecían algunos grupos de árboles e innumerables florecillas.

En el camino había dos personas que se movían con elegancia felina, andaban con tal gracia que apenas parecían tocar el suelo. Eran esbeltos y de belleza insuperable, sus finos rasgos eran apacibles y transmitían tranquilidad, lo más parecido al ser humano completo que se podía encontrar, en sus facciones se conjugaban rasgos de todas las nacionalidades y de ambos sexos, aunque tan suavemente marcados que apenas podían distinguirse las diferencias.

Su misión era simple, quizás más que ninguna de las anteriores, hoy harían su último servicio, Anael, arcángel de la amistad, los había mandado por última vez a la tierra. En cuanto terminasen podrían disfrutar de su particular paraíso. Sus ojos recorrían el valle buscando algo.

El silencio sólo estaba roto por el suave roce de las oscuras túnicas que llevaban y por algún suspiro ocasional de alguno de los dos compañeros. Pero uno de ellos no pudo ahogar una exclamación al ver el motivo de su búsqueda. Anael, arcángel de la amistad, estaba profundamente complacido, sabía el sacrificio que tenían que hacer aquellos ángeles, solo esperaba que el destinatario se diera cuenta del regalo recibido y de la responsabilidad que conllevaba.

Uno de los ángeles se acercó al lugar que señalaba su compañero, se acuclilló y rozó suavemente con la yema de sus dedos los pétalos de una flor completamente blanca. Sonrió y cabeceó afirmativamente. Ambos se abrazaron emotivamente y se separaron varias decenas de metros, cuando estaban completamente rodeados de florecillas blancas, a las que habían tenido cuidado de no pisar, se miraron por última vez y se quitaron la túnicas dejando ver las ropas sencillas y claras que tenían debajo. La noche se iluminó, en los pueblos a varios Km. a la redonda se pudo ver un ligero resplandor en el cielo, bajo ellos las flores se empezaron a despertar.

En la noche brilló el metálico filo de dos dagas, unos rápidos y profundos cortes hicieron que la ropa se tiñera de rojo y que la sangre fluyera por el suelo. Las flores agradecidas absorbieron el regalo, el fluido vital de los ángeles, sus pétalos se tornaron del rojo de la sangre. Pero cuando se dieron cuenta de que les estaban quitando la vida a aquellos amables y apacibles seres intentaron parar, aunque ya fue demasiado tarde y no quedaban más que los fríos cuerpos.

La alegría se volvió tristeza, la esperanza en miedo y la vida en dolor. Todas lloraron amargamente por lo que habían hecho. Esas lagrimas brotaron del centro de cada flor, del corazón... Anael sonrió, habían aceptado el regalo y sabrían llevarlo con dignidad... cada lagrima derramada toco el suelo y empezó a fluir hacia los cuerpos inertes de los ángeles, cuando estos estuvieron envueltos por el rocío de las lagrimas, una luz intensa brilló de nuevo en el valle, cuando se disolvió, a los pocos segundos, ya no quedaba nadie en aquel lugar.

Las flores habían absorbido también el cuerpo de los ángeles para dejarles vivir en ellas, el centro de cada flor se volvió blanco como la nieve, corazones puros y rojos pétalos llenos de vida. Desde entonces ninguna se ha marchitado, aunque las arranquen o intenten secarlas, la vida fluye en ellas con fuerza. Cada vez que alguien entrega una de ellas a otra persona Anael sonríe, porque esa persona está entregando uno de los mayores tesoros de este mundo, está entregando un amor verdadero o una amistad eterna y sincera.