El lugar es tranquilo, una estupenda parcela a las afueras de Griñon. La gente está dando saltos inconexos dentro de la discoteca de transparentes paredes. Los que somos más tranquilos nos mantenemos en un bonito jardín, charlando y tomando una copa mientras respiramos aire fresco. La boda ha sido algo espectacular contra todo pronostico, con arco de espadas para los novios incluido.
Veo a una chica rubita que no ha parado de lanzarme miradas desde que hemos acabado de cenar (aunque ya nos habíamos visto en la Iglesia y a la salida), está paseando con su madre. Tiene un bonito cuerpo, quizás tenga 16 o 17 años, aunque 3 o 4 años de diferencia no es algo que me importe (ni para arriba ni para abajo). Pero lo que me ha cautivado, sinceramente, es su cara (por mucho que algunos semi-humanos no paren de alabar su culo resaltado por un tanga), es una carita fina y sencilla, su sonrisa es cautivadora (me ha dado fuerte con las sonrisas :) ), y sus ojos brillan con inocencia y vida (Un acto reflejo el fijarme en las miradas).
Mi mente se dirige a otros asuntos, miro al cielo y descubro con estupor que no brilla ninguna estrella. La oscuridad parece plena más allá de las luces de la finca. Mi vena más poética brota, no puedo evitar pensar que esta chica las ha robado todas con la mirada, fantaseo con la posibilidad de estar junto a ella y unos acordes resuenan en mi mente (nothing else matters de Metallica interpretada por Apocalyptica).
Vuelvo a la realidad con una sonrisa, me gusta esta nueva faceta de ser capaz de encontrar algo arrebatadoramente bello en cada chica. Quizás así no duerma más bajo un cielo oscuro, sin estrellas, podré soñar con ellas mientras espero que llegue la luz del sol a mi vida.