Hoy debo dejar de lado las palabras vaporosas y la semántica luminosa. Hoy no puedo hablar de sentimientos tales como el amor, la melancolia, la felicidad o cualquiera de aquellos que nos dan vida, por negativos que nos parezcan. Hoy voy a contar una historia cruda, tan real como triste... hoy desempaño mi cristal para echar un vistazo más allá.
A él, del que nunca supe el nombre, le voy a llamar Juan. A ella, que nunca llegué a conocerla más allá de una foto ajada, llamemosla Adela. Es curioso como un hombre que quiere hablar, que lo necesita, que aprovecha que te acercas a preguntarle si necesita algo para contarte su historia y sacar una foto manoseada, tenga "el deber moral de callarse" (palabras textuales) el nombre de la chica sonriente por que sus labios no merecen decirlo.
Un hombre ajado que ronda el medio siglo pero que aparenta veinte años más, callado y solitario, de mirada triste y de hablar tosco. Su despeinada cabeza y su cara sin afeitar ayudan a que no se acerquen demasiado los curiosos, pero cuando se anima, ofrece su carton de vino y muestra con cierto orgullo una cicatriz ganada en una pelea con uno de esos animales que apalean a aquellos que duermen en la calle. "Me costó un navajazo y un par de dientes", aqui se produce un silencio expectante que dudo mucho sea casual :), "pero nadie pega a un compañero de calle"... he conocido a varios indigentes, y puedo asegurar que algunos creen en una especie de codigo moral, pues Juan podría ser el ideologo.
No falla, me han contado que siempre que saca la foto y cuenta su historia, llora, despues bebe hasta caer dormido exhausto y borracho o hasta que se le acaba el vino. Con veinte años empezó a fumar marihuana (aparentemente inofensiva, pero cuyo agente activo, el cannabitol, es sumamente dañino a medio-largo plazo), me contaba con los ojos enrojecidos que las borracheras y las fumadas eran diarias, costantes, curraba para fumar y beber, para costearselo. Su novia, Adela, intentó que lo dejase, pero el "yo controlo", "cuando quiera lo dejo" y "a mi no me puede pasar nada" eran suficientes argumentos.
Ella, bajo presión, empezó a beber. No aguantaba. No podía ver como la persona a la que amaba llegaba a esos extremos y decidió viajar con él. Decidió que no quería que Juan hiciera el camino sólo. Me comenta que es incapaz de decirme si fueron 4 meses o 4 años, pero el remolino les había cogido y no soltaba, tiraba con fuerza. "La pegaba chico, no podía evitarlo, era verla borracha y perder el control" Pagó su frustración con ella, pagó su error con la persona a la que amaba. Al ver que el daño hecho no tenía reparación intento suicidarse en varias ocasiones, pero nunca pudo, siempre estaba demasiado borracho como para reaccionar. En este momento te mira fijamente, esperando a que digas algo, "no digas nada chico, todos decis lo mismo, siempre hay reparación en esos casos... bueno, ahora ya no, ¡que más da!". En ese momento no sabes si continuará hablando... enseguida disipa tus dudas.
Podía llegar a desaparecer durante dias enteros, "cuando volvi de una de mis excursiones la vi en el suelo" a partir de ahora tienes que prestar atención, su voz se queda en un susurro, por eso transcribo (más o menos, mi memoria...) literalmente: "Fue terrible chico, un charco de sangre la rodeaba, no se movía, no hablaba, no respiraba. Era tarde. Llamé a los vecinos, que acostumbrados a nuestras peleas tardaron mucho en fiarse de mi. Es triste que la gente que te ve a diario no se fie de ti. Te preguntas muchas cosas. La policía y la ambulancia llegaron juntas. Dijeron que había sufrido una cosa rara. Le habían estallado las venas."
Aqui deja de hablar, notas que llora desconsoladamente y, en mi caso, sólo pude darle una palmada en la espalda. Sinceramente, estaba tan conmocionado, que dudo mucho que, incluso sabiendo las palabras adecuadas, hubiera sido capaz de decirlas. Al preguntar a un amigo que trabaja en el hospital me dijo que sí, que no era común, pero que si se daba con cierta frecuencia, cuando un alcoholico habitual sufre un infarto o algun problema de circulación, las venas no aguantan la presión y se rompen, la sangre, muy diluida, no coagula y la hemorragia interna y externa es terrible.
Juan se culpa cada día de la muerte de Adela, cada dia reza porque la señora del aterciopelado traje negro y guadaña reluciente le lleve con él, le coja de la mano y le conceda el olvido. Se puede decir poeticamente, se puede disfrazar, pero lo unico que quieres es morirse de una puta vez porque la culpa no le deja vivir. Dice que su código moral es el de la calle y que su mejor amigo es el alcohol, ya que le ayuda a olvidar y le acerca a su sueño. Te pregunta a menudo si bebes o tomas drogas, en mi caso la respuesta es negativa, sonrie y dice "mejor así chico".
Escrito por Träne (trane1985@gmail.com) a las 4 de Julio 2005 a las 07:00 PMEs una triste historia. Da que pensar a los que nos quejamos por las pequeñas cosas que nos molestan y creemos tener mala suerte. Aunque permiteme hablar como un cabron por esta vez: la vida no te conduce a ningun sitio. Eres tu quien tiene el control y acabas alli donde eres capaz de llegar. Supongo que de una forma u otra, casi todo el mundo ha tenido o tendra una " oportunidad " para acabar "perdiendose". Unos lo haran y otros no...
Es triste la historia de Juan, pero ¿ quien se acuerda de la historia de Adela ?. Quizas el siga aqui con el unico objeto de ser su memoria. Quizas eso sea el infierno del que habla Dante.
Cierto que cada uno, en un momento u otro, puede elegir su camino... es cierto que, a pesar de que nos vemos arrastrados por las decisiones de los demás, siempre existe un punto en el que podemos clavar los pies en el suelo... pero no deja de ser una putada el ver que hay gente que se equivoca y lo ve demasiado tarde.
El infierno de Dante es el que cada uno lleva consigo mismo :), algunos lo llaman castigo divino, otros mala suerte...
Escrito por Träne a las 8 de Julio 2005 a las 08:23 PM