Una conjunción de planetas alineados que te hacen olvidar los dos ultimos años de vida... el mismo lugar, el mismo clima, circustancias parecidas.
El cuerpo se calienta poco a poco, los musculos se tensan y contraen con el ritmo de una inaudible música. La respiración se hace más pesada. Los pensamientos más densos. El corazón late con fuerza, tan brutalmente que puedes sentirlo en cada terminación nerviosa.
Los colores se desvanecen y sólo puedes ver los siguientes metros de senda, desapareciendo bajo tus pies. El sudor perla tu frente, el pecho y la espalda, humedos de sudor, parecen transparentarse levemente a través de la blanca tela. La respiración se hace casi insoportable, los pulmones requieren cada vez más y más aire y tu garganta se contrae por el esfuerzo, incapaz de obeder la orden.
Explosiones de agudos dolores recorren tu fisonomia. Primero los gemelos y los aductores. Más tarde la cabeza y el cuello se resienten. Finalmente, los pulmones parecen reventar y el pecho recibe un pequeño latigazo de dolor.
Pierdes la coordinación levemente y todos tus pensamientos se concentran en mantener firme la maquina que es el cuerpo del ser humano. Y es entonces cuando el dolor desaparece de golpe, cuando todos los pensamientos se evaporan y sólo queda el extasis y la adrenalina recorriendo cada arteria de tu cuerpo.
Bajas el ritmo mientras el placer se desvanece poco a poco. Sabes que si mantienes esa sensación más tiempo puede llegar a ser peligroso, tu cuerpo te lo advierte. Medio kilometro más tarde vuelves a razonar, tu cuerpo se adapta a la nueva, mucho más pacifica, cadencia. Y los pensamientos de siempre, caoticos y estresantes, de nuevo rigen tu vida.
Escrito por Träne (trane1985@gmail.com) a las 4 de Mayo 2006 a las 01:38 PM