4 de Noviembre 2006

Cacería

El terroso líquido recorrió su garganta, humeante, lejos de refrescarle, pero saciando su sed. Saboreó durante unos instantes más el amargo sabor que había dejado en su boca, casi como si hubiera mordido un trozo del bosque que le rodeaba. La claridad aumentaba a medida que la noche quedaba atrás.

Reunió todas las fuerzas que creía tener para levantarse y seguir caminando, su mente era un confuso agujero lleno de imágenes y sonidos, palabras del pasado, sueños del presente y pesadillas de siempre. Paso a paso. Se obligaba a no parar. A poner un pie delante del otro. Constantemente. Uno y otro.

La parte racional le decía que lo mejor sería encontrar un lugar cómodo donde tenderse a descansar, por unos minutos o para el resto de su vida, que podía ser lo mismo. Y sus instintos que debía seguir andando hasta encontrar un camino y abandonar de una vez senderos y trochas que parecían dibujar un laberinto sin fin.

Escuchó un ruido. La voz que le aconsejaba descansar se plegó al subconsciente. Afloraron los instintos con mayor fuerza. El cansancio y el dolor se desvanecieron en el aire, su cuerpo se irguió imperceptiblemente, sus brazos y piernas se tensaron, su respiración se hizo más profunda y tenue.

Un solo sonido destacó por encima de la marabunta del bosque, el sonido de unos apéndices acolchados pisando el suelo alfombrado de hojas. Prestó más atención. Ahora podía distinguir el leve jadeo. Sus rodillas reaccionaron en el momento oportuno, un breve lapso de silencio proseguido por la aparición de una figura enorme en su campo de visión. Dejándose caer hacia atrás evitó que aquel descomunal animal le arrancase medio torso de un mordisco. Se impulsó desde el suelo, consiguió mantener un precario equilibrio y corrió tan rápido como sus piernas eran capaces.

BUM BUM.

El sordo latido de su corazón retumbaba en su cabeza, en su pecho, en sus brazos… con cada paso sus músculos se contraían dolorosamente, notando la falta de alimento en los últimos días.

BUM BUM.

Se sintió casi desfallecer cuando escuchó de nuevo los acolchados pasos acortando distancias. Maldijo todo lo que le había llevado hasta allí y maldijo su cobardía. Un paso en el vacío, no encontró suelo donde debería haber estado un firme apoyo. Cayó. Golpes, cortes y suspiros. Quedó inconsciente.

Abrió tímidamente un ojo, el sol ya lucía con intensidad y pudo ver el desnivel por donde había rodado. Por un momento se alegró de estar vivo. De haber escapado. Se incorporó lentamente, ignorando los crujidos de su maltrecho cuerpo e invadido por el optimismo. Pero el terror le invadió en seguida, una pesada sombra aguardaba a que despertase… a su perseguidor no le gustaban las presas fáciles.

Escrito por Träne (trane1985@gmail.com) a las 4 de Noviembre 2006 a las 01:16 PM
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