La noche oscura y frio de inicios de otoño permanece callada, los arboles van desnudandose con la calma de quien sabe que su sino es permanecer inmutable. Millones de hojas alfombran los caminos, la humedad del ambiente las ablanda y las deshace, fusionandose en una sola pieza que cubre todo el bosque por igual.
Unos pasos apresurados rompen la quietud. Unos jadeos ahogados e irregulares perturban la tranquilidad. Un miedo indefinido se huele en el aire. Alguien es perseguido, lo presiente, de esa forma sorda en la que todos notamos la presencia de alguien sin oirle ni verle. El silencio se hace tangible, se materializa en una figura que corre sin ruido, con la pesada respiración formando pequeñas nubes de vaho y sin dejar huellas allí donde pisa.
Mis garras golpean el suelo con fuerza, impulsando el cuerpo a través de la oscuridad, siguiendo un rastro de olor a miedo y deseo, levantando gotas de agua en cada paso. Si fuera un color sería un rojo vibrante y vivo. Los tenues sonidos que hace en la huida suenan como una sinfonía.
El fuego me arde en el pecho, bombeando ritmicamente como tambores de guerra en plena carga. El hambre me domina, el raciocinio está nublado, solo los instintos mandan. El frio aire muerde la piel que me cubre, un pelaje gris oscuro, mis musculos bufan, alegres por la orgia de adrenalina y deseos desatados.
Una figura delicada se recorta contra la oscuridad, mis cuartos traseros aumentan la velocidad, la potencia agota las reservas con rapidez. Pero ya da igual. Casi se puede saborear ya la presa. Unas ultimas zancadas. El salto. Un quiebro inesperado. Las garras rozan la victima. Mis dedos rozan su piel.
Al caer al suelo los instintos estan reorganizandose. Por un segundo se ha hecho brecha en la burbuja de instintos. Unos breves segundos que me cuestan perder de vista a la presa. El rastro sigue rojo brillante, flotando en el aire. La caza comienza de nuevo. Una sonrisa lupina ilumina un rostro vagamente humano y aulla dejando al descubierto una hilera de alineados dientes y afilados colmillos.
Y el bosque de nuevo acoge una cacería que probablemente no acabe. El silencio volverá a caer entre los arboles. La quietud invadirá cada rincon. El cazador seguirá existiendo gracias a la presa, aunque no la alcance nunca. Dando sentido a los esfuerzos, a las frustraciones, ignorando el dolor lacerante de no querer ser escuchado, sin ser capaz de hacer entender a la perseguida el porqué de la persecución. Quizás algun día la llegue a alcanzar, y sus cuerpos se fundan en un festín de pasiones saciadas y placeres desconocidos, abandonados a los instintos animales...
¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿?????????????????????
Escrito por minerva a las 7 de Octubre 2008 a las 05:37 AM¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿???????????????????
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Si metes algo entre las interrogaciones, es más facil contestar... :P
Escrito por Träne a las 8 de Octubre 2008 a las 01:46 AMEs que se me antoja ser misteriosa ... o acaso no puedo? :P :P
Escrito por minerva a las 8 de Octubre 2008 a las 05:25 AMSe de una cazadora que capturaría al lobo de tenerlo frente a frente ¿Quieres saber quien es? .....
Escrito por Minerva a las 9 de Octubre 2008 a las 09:01 PMJajajaja, los lobos somos malos como presas :P. Aunque todos podemos jugar en uno u en otro papel, no? :).
Besitos!
Escrito por Träne a las 20 de Octubre 2008 a las 12:54 AM