3 de Septiembre 2008

Cueva

La oscuridad domina todo. No hay recodo, ni hoyo, ni superficie, que reciba un rayo de luz ocasional. La oscuridad lleva tanto tiempo aqui aposentada que parece haber criado tentaculos, largos brazos que se retuercen como serpientes, provocando un sonido practicamente inaudible, como un constante chapoteo.

Siento sus brazos rodeando mis piernas, atandome al suelo, negro casi denso. Solo un sonido me mantiene cuerdo, logra tapar el chapoteo de la oscuridad durante la mayor parte del tiempo. Mi mente vuela ajena al cuerpo cuando lo cree necesario, me mantiene atado a la realidad cuando más falta me hace, aunque sus alas me hagan volar por lugares poco tangibles.

Personajes extraños caminan por MI cueva, sus pisadas asustan a la oscuridad, que parece retraerse, sus tentaculos aprietan un poco más, casi dejandome sin aire. Voces lejanas rebotan en las paredes alisadas por el paso del agua durante intemporales lapsos, sus antorchas traen una leve luz en la inmensidad, como la cabeza de una aguja brillando en un tormentoso oceano. Pero son intrusos que no se atreven a adentrarse. Mejor. Menos distracciones... aunque no siempre opine igual y a veces desearía que alguien se abriera camino.

La suave voz que mece mis sueños sigue cantando mantras relajantes, que mi cuerpo acepta y mi interior usa para volar unos segundos. Pero la lucha sigue, y son mis pasos los que me han adentrado en la cueva... aunque los caminos sean serpenteantes y me haya perdido en alguna ocasión.

De vez en cuando una brisa de aire fresco calma el ardor de mis pulmones, y aunque la oscuridad sigue siendo una opresora lapida en vida, se que más allá de las toneladas de piedra hay luz que me está esperando. Siento un escalofrío al pensar en si al volver acertaré con el camino de regreso a la primera... pero eso ahora no importa, hay algo que hacer, una tarea que me ha llevado al centro de la nada, donde los tentaculos de la oscuridad se adhieren a mi piel desnuda, y comprimen mis musculos, tensos, como una bolsa de lava a punto de reventar.

El tiempo pasa y la arena cae en mi contra. Me aferro con más fuerza a mi sentido del deber y dejo que se extienda por mi cuerpo como una balsa de aceite, languidamente, pero sin dejar vacios. Hay deseos que te llevan a los lugares más insolitos...

Escrito por Träne (trane1985@gmail.com) a las 3 de Septiembre 2008 a las 01:28 AM | TrackBack
Comentarios

qué maravilla, que bien sabes poner fantasia a lo cotidiano, lo conviertes todo en una aventura maravillosa. Träne, el mago de las palabras.

Un beso enorme.

Escrito por bamby a las 3 de Septiembre 2008 a las 02:04 AM
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