Pues bien, ya era hora de que os dejara en paz durante una temporadita... ni más ni menos que un mesecito.
El lunes vuelo hacia Dublin, poco despues de aterrizar llegaré a Newbridge. Y allí me espera uno de los mayores retos que he afrontado nunca, estar en un país extranjero (con un conocimiento basico del idioma), como monitor y conviviendo en una casa con una, dicen que amable, mujer a la que no conozco de nada pero que ha abierto las puertas de su casa a un desconocido.
Dice el doctor Seligman (eminente figura en el panorama de la psicologia positiva) que despues de arduas investigaciones ha llegado a la conclusión de que hay dos tipos de bienestar: el placer y la felicidad. Ninguno es permanente y estamos sujetos a alteraciones de nuestro estado de animo, mientras que el placer es facil de conseguir pero efimero, la felicidad requiere de trabajo arduo pero es más estable (las reacciones a los estimulos externos se matizan). Por tanto se puede concluir que la mejor forma de alcanzar bienestar es mediante el trabajo constante por y para la felicidad. Detalla en su libro, "La autentica felicidad", que una de las formas de llegar a esa estabilidad es buscar el camino para usar nuestras fortalezas, es decir, poner en juego nuestras virtudes, aquellos puntos fuertes de nuestra personalidad.
Y veo que ahora voy a tener que usar las poquitas fortalezas que tengo para conseguir afrontar el nuevo reto, dedicar toda mi habilidad en aprovechar al 100% la experiencia. ¿Todavía hay quien se pregunta porque estoy tan contento?
Nos vemos a finales de julio. ¡¡Espero que no me olvideis!!.
Siento parar por aqui más bien poquito, tengo todavía un relato a medias que quiero acabar y publicar, pero no saco un rato para ponerme.
Hoy caminaba por la calle (como siempre, rapido) pensando en algo que no recuerdo que era (sí, uno piensa un monton de tonterías a lo largo del dia), cuando me ha saltado a la mente cierta frase, creo que de Coelho, "lo que ahoga a alguien no es la inmersión, sino el hecho de permanecer bajo el agua".
Pues bien, hoy no he podido evitar alguna lagrimilla al ver de nuevo las imagenes de lo acontecido a raiz del asesinato de Miguel Angel Blanco. Al leer experiencias de varias victimas de E.T.A., al tener que escuchar atonito como cierto dirigente batasuno tiene el valor de decir "lo peor de todo no es que hayan detenido a 12 integrantes de la banda, si no que el gobierno se felicita".
En este blog nunca he hablado de politica, y probablemente siga sin hacerlo, pero algo que siempre he procurado tener presente es el matiz humano, y por eso mi más sincero desprecio a las personas que matan sin arrepentirse, que no sólo no condenan las muertes de hermanos de sangre si no que además se lamentan por las detenciones de los asesinos, (disculpadme por hablar en plata) me la suda que quieran categorizar a gente por su procedencia o por ideologías, me da igual que en su absoluta ignorancia (por muchas carreras que tengan algunos de sus integrantes) no sean capaces de ver más allá de sus narices.
Mi más sincero desprecio por aquellos que sólo sean capaces de alimentar su egoismo idolatrando a asesinos "libertadores" (pues no hacen más que poner cadenas cuyos eslabones son los ferreos prejucios) más propios de la edad media que de una sociedad democratizada. Espero que la vida, en una de sus muchas vueltas, haga que los verdugos acaben llenos de cadenas.
Me da igual el partido en el que milites, me da igual que quieras que tu nación sea Cataluña, Pais Vasco, Galicia, España, Europa, Perú, Mexico o Estados Unidos. Me da igual que adores a una docena de dioses, que pidas que llueva rezando un rosario, que adores una cruz, media luna o una estrella de 6 puntas. No me importa que creas en el justo reparto de las riquezas sin importar el trabajo individual, que quieras repartir las riquezas segun el trabajo personal o que prefieras que sea el mercado el que mande. Siempre serás bienvenido aqui si condenas el que se trate con crueldad a los que no opinan como tu, si tienes suficiente valor como para pedir perdon por tus errores, si reconoces que los asesinos, aunque sean de tu bando, son eso, asesinos.
Advierto antes de nada que probablemente sea algo desagradable en este post. Suele pasar cuando llegas al límite y toca descargar el deposito, llenado pacientemente en muchos frentes abiertos. No me responsabilizo de lo que pueda escribir una vez abra el grifo. Allá va.
Toca hablar del honor, del orgullo, del ¿Qué dirán? o de cómo cojones quieras llamar a esa estupida manía de no ceder, aún cuando sepamos que no la tenemos todas con nosotros.
En los libros de Arturo Pérez Reverte se encuentra perfectamente definido ese sentimiento, por eso admiro tanto sus obras y disfruto leyendo como los tercios españoles aguantaban en Flandes lo indecible o como recibíamos descargas por parte de los buques ingleses en la lucha por lo mares del s.XVII y s.XVIII sin arrugarnos a su superioridad de medios.
Entonces, ¿Por qué califico de estupida manía algo que es capaz de encender el animo hasta del más cobarde, de avivar el respeto y admiración (más o menos merecido) por gente que no conozco?
Vale, dejemos de lado a los enemigos, gente que no conocemos y contra la que es relativamente fácil morir matando. Y ahora los cambiamos por seres queridos, a los que vemos a menudo, con los que convivimos estoy hasta los cojones de escuchar: si hago eso mi hermano quedará por encima mía, no puedo darle la razón ahora o creerá que ha ganado, yo tengo razón y a quien no le gusta que se vaya y podría seguir con una lista muy muy larga. Por no hablar de las veces en las que el silencio es más elocuente, gente incapaz de hablarse para no quedar por debajo, por no reconocer alguna vez en su corta vida (estamos 4 ratos y jodemos 3 con gilipolleces) que se ha equivocado.
Lo veo a diario y estoy harto. Por no reconocer un error eres capaz de hacer daño a un ser querido, ¿tanto vale tu puto orgullo? Está bien, ahora jugamos a hacernos las victimas, a encerrarnos en nuestra fortaleza y a demostrar que somos los que más casta (o cojones, o como quieras llamarlo) tenemos. Da igual el ámbito, las fortalezas existen entre las familias, amigos, parejas, compañeros de trabajo o clase sólo hay que fijarse un poco, aunque no seas el protagonista se pueden ver de lejos los castillos levantados.
Normalmente cedo, por eso reviento ahora, y concilio poco a poco. Se que es inútil razonar en estos casos y lo mejor es comentarlo cuando todo haya pasado. Y lo comento, a menudo, para las paredes, porque nadie cree que es demasiado orgulloso y todos achacan el que ceda siempre a que son más listos y que yo nunca tengo razón (la tendré a veces, ¡como todos!).
Ya es hora de dejar el orgullo para sacar la casta cuando hay que sacarla, para enfrentarse a los retos y para mejorar nuestra calidad de vida y nuestra calidad de persona. Así que si te has creído lo que he dicho, que sepas que se puede encauzar para hacer aquello que te propongas, una carrera, escribir un libro, mantenerte firme ante las criticas ajenas infundadas y adversidades para ayudar a los que lo necesiten. Mantener tu posición de forma estoica donde realmente hace falta valor para mantenerte, ¡ese es el verdadero orgullo!.
Si no me has creído, si quedar por debajo de alguien te molesta y crees que simplemente soy un cobarde, que ceder y pensar de verdad en las críticas, analizarlas y encajar los posibles golpes es una gilipollez, espero que tengas suficientes víveres en tu fortaleza, a mi se me acabaron y tuve que salir con la cabeza gacha.
Luces parpadeando en mitad de una cegadora explosión de oscuridad. Cazadores hambrientos oliendo a su presa, presas jugando con quienes se suponen cazadores. Miradas, sonrisas, gestos. Garras, mordiscos, sangre.
Alguien se arma de valor y supera un paso que ha requerido esfuerzo. Otros acostumbrados se lanzan sin miedo, como automatas bien entrenados. Explosiones descontroladas que alcanzan aqui o allá a alguna victima, creado un corro a su alrededor, un crater de curiosidad.
No son soldados bien entrenados los que llaman mi atención, tampoco heroes aclamados... mis miradas se deslizan sobre quien parece no encajar, sobre quien, sea por lo que sea, no se siente en su terreno. Son sus miradas las que busco, sus sonrisas las que intento atesorar. Despues de todo, yo tampoco estoy en mi terreno.
He patrullado tantos dias que he perdido la cuenta, te he buscado por cualquier rincon imaginable, en la urbe y en el suburbano, en tren o en tierra, he pateado calles olvidadas y preguntado a arboles aburridos del trajin diario.
He gritado tu nombre y nadie me ha respondido. Dia y noche he buscado tu presencia, tu inspiración, tu mera existencia. No te he visto ni bajo el sol radiante, ni bajo las nubes cargadas de agua.
He paseado intentando verte, corrido intentando alcanzarte, soñando con volar para que no pudieras escaparte. He mirado más allá de cristalinos lagos llenos de magia capaces de llevarme a cientos de kilometros de aqui, y aún así, no te he hallado.
He encontrado lugares poco transitados y todos me decían que no sabían donde encontrarte. He habitado lugares llenos de gente, callado por si tu voz pudiese alcanzarme, y he sido empujado, vapuleado e ignorado, y sigo sin escucharte.
Despues de arduos dias de busqueda he encontrado palidos reflejos de ti, captado una mirada que pudiera servirme, un olor que me traía a la mente tu imagen, un voz que podría parecerse a la tuya. Pero no dejan de ser musas de otros buscadores, vitales gotas de inspiración, entregadas a otros artistas. Son pequeñas ayudas para sobrevivir en tu ausencia pero no suficientes para explotar en palabras.
No he podido perderme en tu mirada, ni nadar en tus labios, se me ha vedado el poder profundizar en tu persona, probarte, tocarte, saborearte y sentirte, se me ha impedido dejar que mis palabras pudieran describirte, llorar lo que siento al ser bañado por tus lagrimas, pintar mis pensamientos al ser bendecido con tus sonrisas.
Ahora, cansado de buscar, me siento solitario en el suelo, a la espera de que aparezcas. Mientras tanto, he descubierto que en mis correrías siempre había alguien protegiendome, alguien que no me juzga, que me acuna cada dia que salgo a buscar, me alienta en mis propositos y me consuela en mis fracasos. Sus calles son mi refugio y me presenta a sus habitantes para que mis palabras vayan saliendo, al menos hasta que aparezcas, mi musa.