"La lotería es un impuesto para los que no saben de matemáticas" Anónimo.
El lunes divulgamos un estudio sobre como las tasas de cambio de las diferentes monedas pueden ayudar a un país a superar una crisis, y lo difícil que lo tiene España debido a que el Euro no es cosa sólo nuestra y por tanto queda fuera del alcance del gobierno.
Y, como después de cada noticia, me ha tocado hacer un seguimiento, en este caso lejos de mis habituales medios de divulgación científica. La economía, si bien otra ciencia, tiene el rango casi de prima lejana, con sus propios medios especializados... en los que me he tenido que sumergir de golpe, sin preparación previa, así, en frío. Y para ver que todos están de acuerdo en que se acaba el mundo. Que si Standard & Poor's nos ha rebajado el rating a AA de AA+, que si la bolsa ha bajado casi un 8% en apenas 3 dias, que si no hay que confiarse de una subida del 2,69% pues es efecto rebote y seguirá bajando en breve (aaaaah! Con lo bien que se está entre Kilovoltios, lo sencillitos que son y la poca guerra que dan).
Después de salir un rato a airearme (los ojos amenazaban con saltar desde la cara al teclado, rodar hasta la mesa, meterse en el cajón y esconderse en un rincón oscuro), he vuelto a la oficina a seguir con el dichoso seguimiento, y entre tanta noticia de que estamos al borde del abismo, que si efecto dominó con el problema de Grecia, que si Alemania nos mira suspicazmente, he visto una pantallita parpadeante, "Euromillones, 59 millones de premio".
Vale, que sí, que el que escribió la frase que encabeza el post tiene razón, que es prácticamente imposible que toque, pero es que también es un poco aguafiestas. Seguro que se presentaba en todas las fiestas de disfraces vestido como cada día y diciendo "me he disfrazado de mí mismo" (que una vez hace gracia, luego ya...). Así que he recuperado mi cuenta de lotería online y he jugado un par de columnitas.
Al comentarlo en la oficina, mi jefa ha dicho que si le tocase ese dineral no volvería a cruzar la puerta de la oficina, que ya son 35 años trabajando, mi compañera lo mismo. Mi jefe se ha quedado pensando. Pues yo seguiría trabajando, que le den mi sueldo al que quieran, pero yo necesitaría tener esa tabla a la que aferrarme, ese tener que hacer algo cada día. Con 59 millonazos de euros, se pueden hacer muchas cosas, hasta seguir trabajando, con ese dineral no eres raro, eres excéntrico, y la gente suele perdonar las excentricidades más que las rarezas.
Verme de golpe con tanto dinero sería dificil (aunque si el destino, Dios, dioses, santos o la suerte están leyendo esto, que sepan que no tienen de que preocuparse, que me acabaría acostumbrando). Supongo que para no caer en el abismo, seguiría aferrado a algunas de mis costumbres... eso sí, las vacaciones iban a ser a lo grande (y a lo lejos).
Si alguno que esté leyendo esto ha jugado sus cinco numeritos y las dos estrellas, le deseo mucha suerte para el segundo premio (¡Que toda la suerte para el primero ya me la he autodeseado!)
"Digámoslo de una vez: No se trata de evitar el dolor, porque el dolor es inevitable; se trata de escoger las consecuencias." Maurice Maeterlinck
Sólo temo una cosa en esta vida, al dolor, tanto a sufrirlo como a provocarlo en otros (y es una larga historia, pero quizás tengo más miedo a lo segundo).
Estaba hoy jugando al airsoft, en pleno tiroteo, con las bolitas de plástico volando en varias direcciones, silbando y restallando contra las rocas donde nos cubríamos, ampliamente superados en número y esperando refuerzos, cuando un compañero me ha hecho una seña para que le siguiese y flanqueáramos al equipo contrario que nos impedía el paso.
Después de una carrera entre compañeros con la rodilla en el suelo, o algunos tumbados para tener mejor linea de visión, otros llegando y tomando posiciones, hemos llegado al borde de la colina, cortado en seco. El compañero que tenía delante se ha lanzado hacia abajo, y después de dudar unos segundos le he seguido, sabiendo que confiaba en mí y con afán de cubrirle las espaldas.
Hemos ido resbalando durante casi 15 metros, "cuesta" abajo, sujetándome como podía con la mano derecha a toda raíz que veía y lo más pegado posible a la pared para mantener el equilibrio, mientras los terrones de tierra se deshacían bajo mis botas y seguía descendiendo sin que pudiera hacer mucho por parar.
La inyección de adrenalina es tremenda, el miedo te hace más ágil, parece como si todo fuera a cámara lenta. No hay dolor, ni preocupaciones, y aunque no llegues a pensarlo conscientemente, sabes que debes hacer para mantener el equilibrio. Aunque no puedas hacer nada, aunque el vacío parezca absorberte sin darte mucha oportunidad, tienes una especie de idea preclara. Los instintos toman la rienda del cuerpo.
Al llegar a tierra firme he visto que desde la muñeca, hasta casi el codo, estaba cubierto de arañazos. Justo donde ni el guante ni la camisa han llegado. Allí hemos encontrado a otra media docena de compañeros, y hemos iniciado un asalto para liberar el camino. Ha sido una pequeña victoria para el equipo (una lastima que otras dos posiciones nuestras hayan caído mientras tanto)... y para mí ha valido más el que al acabar me haya ofrecido la mano mi desconocido compañero en señal de reconocimiento que el dolor de los arañazos que ya empezaban a palpitar en mi brazo.
Que me compre quien me entienda.
"Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol." Martin L. King
Esta mañana me ha sonado el movil mientras trabajaba, como en la oficina en la que estoy la cobertura es un poco relativa (todo depende de si eres bueno o no haciendo malabares con medio cuerpo sacado por la ventana), me he levantado de un salto para intentar descolgarlo en el pasillo, donde se escucha bastante mejor y no hay que dar voces para hacerse entender. El prefijo era el 353, número irlandés. Como todos los veranos tenemos que coger número de teléfono nuevo allí con cantidades ingentes de saldo (bueno, no, pero al ser muy barato, rara vez se gasta el dinero prepago), pensaba que era alguien del curso de 2009 intentando gastar el saldo.
Un educado "I'd like to speak to Mario" ha respondido a mi "digame"... mientras intentaba cambiar el chip al Inglés he soltado un "Speaking", lento, para darme tiempo. Despues de intercambiar unas palabras (ya más seguro), finalmente me ha comentado que el sobrecoste por los gastos de envío exprés de cierto pedido me serían devueltos en el plazo de 3 a 5 días, ya que dicho pedido estaba parado en el aeropuerto de Dublín debido a la densa nube de cenizas vertidas por el volcán (famoso estos días por el caos que ha provocado y no por la facilidad de su nombre, Eyjafjallajökull).
Al colgar, me he acordado de cierto profesor que nos increpó en clase, el primer día que tuvimos una asignatura con él... "Se que muchos estáis aquí porque la ingeniería ofrece puestos de trabajo medio decentes, o al menos ser ingeniero abría muchas puertas hace unos años. Que sepáis que cuanto más avanza el hombre, mayor es su posibilidad de desaparecer. Y la mayoría de vosotros, poco ambiciosos, confiáis en ser una pieza más de la maquinaria, llevaros vuestro sueldo a fin de mes y no cuestionar un sistema que está formando a dos centenares de personas en España cada año sólo para hacerse cargo de la electricidad, bien en generación, bien en transporte y distribución. La especialización conlleva no saber de otras cosas a cambio de saber mucho de una, y eso es porque vuestra fe es ciega respecto a que no necesitaréis saber de nada más."
Al principio no le comprendí. Después comprobé que este profesor era fiel seguidor de la teoría Gaia de Lovelock, que el planeta tierra actuaba casi como un ser vivo, un sistema en perfecto equilibrio que usaba la autorregulación. Al conocer las tendencias de este profesor, supuse que su charla inicial intentaba hacer saltar vocaciones que no se limitasen a encajar en la maquinaria que hoy es el capitalismo y el crecimiento desaforado del consumo humano, si no que buscaba despertar algunas de las conciencias de aquellos de nosotros, como proyectos de ingenieros eléctricos, que en un futuro podríamos desarrollar fuentes de energía más sostenibles.
Realmente me parece una teoría muy romántica, muy al estilo de los grandes pensadores, o de los grandes catastróficas (para los que el ser humano, es sólo un virus en el planeta tierra). Ahora surgen las voces de que tanto terremoto junto (Haití, Chile, China...), los temporales de Europa y este volcán es sólo el despertar iracundo de planeta tierra, cansado de ver como esquilmamos recursos y empezando una autorregulación que acabe, inevitablemente, diezmando al ser humano. De hecho el propio Lovelock, en una entrevista de hace uno o dos meses en la BBC, dijo que ya era demasiado tarde, que no eramos lo suficientemente inteligentes para poder solucionarlo, "Si se va a salvar, se va a salvar a sí mismo, como siempre lo ha hecho. Así que lo mejor que podemos hacer es disfrutar de la vida mientras podamos".
He escuchado tantas opiniones de tanto expertos, enarbolando tantos informes, que uno ya no sabe a que atenerse, pero la verdad es que tanto el planteamiento de disfrutar cada día de vida que comenta Lovelock como la frase de Martin Luther King, me parecen bastante coherentes... pase lo que pase.
"Las preocupaciones del mañana pertenecen al mañana". Proverbio árabe.
El humo de varios narguiles se va mezclando en el ambiente, creando una atmósfera de aroma dulzón y denso, en un primer momento da la sensación de estar en un lugar opresivo, oscuro, pero no se tarda en apreciar la tranquilidad de la sala, repleta de cojines, cortinas y alfombras. La música árabe suena tan suavemente que es imposible localizar de donde proviene, pero todo lo impregna.
Un hombre joven saluda con respeto a otro ya anciano, y le conduce hacia un asiento de cómodo aspecto, mientras le traen una tetera dorada muy labrada... antes de poder ver más, una chica de tez oscura, rasgos suaves, cabello negro y ojos almendrados de un profundo color miel, nos acompañan hasta nuestra mesa.
Sirven un fuerte té, endulzado con miel y hierba buena, mientras demuestran que las prisas aquí no valen para nada. Da igual, es inevitable relajarse y caer en un agradable sopor. Traen el narguile, un carbón al rojo va consumiendo las finas hojas de tabaco con melaza, nos sonríe y desea que disfrutemos las próximas horas. No hay relojes, no hacen falta. La suave música y el ambiente relajado casi obligan a hablar en susurros. Las conversaciones, por banales que sean, adquieren una extraña intimidad.
El té, siempre caliente, aclara la garganta. El humo, suavizado por el agua, entra en los pulmones, y la reflexión envuelve las conversaciones. Las respuestas son más lentas, más meditadas. No hay interrupciones, no hace falta apresurarse, los silencios entre frases no resultan extraños. Aquí los problemas se han quedado en la puerta y el tiempo no está invitado a correr.
Temo a un solo enemigo que se llama, yo mismo.
Giovanni Papini
Este fin de semana me he enfadado mucho... con el destino, con la justicia "divina" (o astral, o como cada uno la denomine), pero especialmente conmigo mismo.
Al final voy a tener que tatuarme eso de que más vale encender una vela que maldecir la oscuridad... El problema es que ya no se si estoy viviendo lo que quiero vivir, si lo que vivo es lo que merezco, si me he convencido para querer vivir lo que estoy viviendo... vamos, que ya no se si al encender la vela, voy a iluminar la oscuridad, o solo voy a quemarme los dedos.
Hace un par de semanas, en la última partida de airsoft, me arañé la cara con un arbusto, un tipo de unos 120 kilos que me cayó encima y recibí un bolazo en la mejilla, la única parte no cubierta. Hubo dolor, pero no importó, después de cada uno de los motivos, me levanté y seguí corriendo, saltando obstáculos y tirándome al suelo. No había miedo, sabía que podía seguir sufriendo, llevarme algún doloroso golpe más, pero no había miedo.
Hace ya un par de años me metí en una casa abandonada en plena montaña, rodeada de oscuras leyendas y casi en ruinas, los últimos compradores habían habitado allí tan solo dos semanas antes de irse definitivamente del pueblo. Los dos oriundos del pueblo que me acompañaban ni siquiera me acompañaron hasta la puerta porque la última vez que estuvieron escucharon ruidos raros. Bajé los escalones del sótano con la única luz de una pequeña linterna de bolsillo.
Y el último "hace" de hoy. Hace unos meses, durmiendo solo en una tienda de campaña, me despertó el sonido de una rata intentando entrar. Las tiendas de mis compañeros permanecían oscuras, y sólo la luna llena daba algo de luz, recortando la figura de la rata a trasluz sobre la lona de la tienda. Y me quitó el sueño sólo unos segundos, el tiempo suficiente para coger el pañuelo palestino y cubrirme la cara por si acaso.
Si en cada una de estas cosas no apareció el miedo. ¿Por qué soy tan cobarde en otras aparentemente más comunes? ¿Por qué me cuesta tanto dar ciertos pasos?
No se puede llegar al alba sino por el sendero de la noche. Khalil Gibran
Esta noche me he despertado rodeado de oscuridad, con los hombros cargados como si hubiera hecho ejercicio, la boca seca y con un silencio atronador que me ha sobresaltado. He tenido un extraño sueño, de esos especialmente vívidos. Lo curioso ha sido la extraña tranquilidad que me invadía. Ahí va, a ver si alguien me hace sacar algo en claro:
Era una sala extraña, larga y oscura, cubierta de fríos azulejos blancos cubiertos de mugre, como si se hubieran seguido usando pero la limpieza ya no fuera una opción, tanto el techo como el suelo eran ya de un color irreconocible. Dos docenas de camillas, con la superficie extrañamente limpia, pero dura y áspera, se repartían caóticamente por la sala. Al fondo una cortina mohosa de plastico daba paso a otra sala, más oscura, más tétrica. Mi destino, sabía que ese era el lugar que estaba buscando. No es algo que pudiera explicar, simplemente lo sabía. Como sabía que no era natural que esa fina barrera que separaban ambas estancias permaneciese tan estática, como si no fuese flexible en absoluto.
Tumbados en las camillas había gente conocida, algunos a los que no veía desde hace años, y a quienes seguramente nunca vuelva ver, antiguos compañeros de universidad, gente con la que he ido a Irlanda, alguna cara familiar de cuando usaba el tren a diario. Muchos dormían plácidamente, mecidos con el sosegado movimiento de su respiración, sólo algunos parecían estar padeciendo algún tipo de dolor, pero el resto les ignoraba, incluso se oían risas y bromas. En torno a las camillas y a mi mismo, varias figuras, meras sombras, de rasgos familiares pero a los que no podía poner nombre, caminaban afanadas en llevar a cabo alguna tarea. No eran transparentes, pero tampoco sólidas, y me miraban, me ofrecían descansar, algo de comer, bebidas...
A todo decía que no, apartando platos y vasos más solidos que las figuras que me los ofrecían, sólo quería descansar. Una de esas fantasmales figuras pasó rozando la cortina, y esta siguió inmóvil, como si nada pudiera moverla, como si se tratase de una pared de densa roca. Y supe que tenía que cruzarla si quería llegar a mi propia camilla, si quería dormir al menos unas horas. Nunca he tenido especial miramiento para elegir un lugar donde dormir, pero en este caso, sabía que el único sitio era más allá de esa barrera, de esa forma como sólo se sabe en las brumas oníricas.
Dí un paso, otro, un tercero. Y un extraño calor me invadió las venas, sitiendolo fluir como si fuera mi propia sangre, y mi cuarto paso fue más dificil de dar, como si alguien me agarrase intentando pararme. Unos pasos más, agónicos cuanto más cerca estaba de la cortina, y el calor en mis venas haciéndose insoportable. Los músculos en tensión, queriendo acercarme aún más, todos y cada uno de ellos crujían, ya rígidos por el esfuerzo, al intentar avanzar unos centímetros. Finalmente el calor de mi interior se derramó hasta alcanzar mi piel, que notaba febril, ardiente. Pero necesitaba llegar más lejos. Sólo un poco más.
El corazón empezó a latir con fuerza, como si se tratase de una tormenta de verano. De forma ronca y grave. Haciendo vibrar todo mi ser, como si llamase a la guerra con su rugido ensordecedor. Primero fueron las sombras familiares, que se tornaron oscuras y amenazantes, pero pronto ya no quedaba nada más que la oscuridad a mi alrededor, y la deseada forma ondulada a escasos metros de mis dedos estirados, intentando llegar como si se tratasen de apenas centímetros. Con la determinación a punto de flaquear, de abandonarse al miedo, de rendirse, de ceder. Y de pronto una suave necesidad de volver la mirada, que poco a poco se fue imponiendo al resto de gritos e instintos.
Un breve giro de cabeza...
Noté sus manos sobre mis brazos, refrescando mi piel, calmando mis músculos. Apenas llegué a vislumbrar una esbelta figura, de melena oscura y piel clara. Sus finos dedos refrescando el abrasador infierno en el que había estado sumido, protegida tras mi espalda de las extrañas sombras que nos rodeaban, queriendo cruzar también aquel invisible obstáculo, con delicadeza vencía allí donde mi hosca fragilidad había fracasado. Cuando conseguimos llegar hasta el extremo de la sala, la cortina se onduló como si fuera de fino papel, y se abrió para dejar ver otra camilla como las de afuera. Avancé tambaleante... de nuevo la suave, aunque firme, presa de sus manos me guió por los brazos. Me dejé caer en la rugosa superficie.
Apenas logré quitarme la camiseta, deseoso de aligerar mi carga, aunque fuese algo tan nimio como un trozo de tela. Mis fuerzas no dieron más de sí, y quede tendido, agotado casi hasta para respirar. Sus brazos rodearon mi torso, y sentí alivio al instante, intenté girarme para ver su cara, sus ojos, sus labios, pero no fui capaz, un extraño sopor empezó a invadirme, por fin el descanso acudía a liberarme. Lo último que noté fueron sus labios contra mi espalda, y su pelo contra mis hombros, con la cabeza apoyada en mi cuello. Y, con una sonrisa, me abandoné al alivio y al sueño.
O con fuerza de voluntad nula, pero he vuelto a caer. He estado curioseando por foros internacionales.
La culpa es de este video
Para quien no quiera, o no pueda, ver los 17 minutos completos, el resumen es el siguiente. Iraq 2007, dos periodistas de Reuters caminan junto con media docena de insurgentes, dos helicopteros Apache de las fuerzas estadounidenses los ven, dan un par de vueltas de reconocimiento y deciden abatirlos al confundir una camara de video por un lanzamisiles. Después de unos tensos minutos, la polvareda se disipa, y alguno de los supervivientes intenta levantarse, coincidiendo con la llegada de una furgoneta. Del vehículo salen una o dos personas, desarmadas, que intentan ayudar al herido a subir, desde el helicóptero piden permiso para disparar. Lo hacen, matando a las dos personas y al herido. Poco despues llega una columna de humvies americanos, y descubren dos niños dentro de la furgoneta, heridos y en shock. Uno de los soldados pide permiso para llevarlo a un hospital militar, y recibe ordenes de llamar a la policía, que no es su problema.
Personalmente no se como será verlo desde un helicóptero, pero he visto una cámara de vídeo y un lanzamisiles RPG en persona, y a unos 100 metros se diferencian perfectamente. Y supongo que al dar dos vueltas el helicóptero podría haber captado la diferencia de longitudes (o usar prismáticos, o la mira de los fusiles). Aún así entiendo que sí están en tensión la presencia de insurgentes puede llevarles a abrir fuego sin mediar muchas precauciones.
Pero luego abrir fuego contra civiles que intentan ayudar a los heridos, ¿quién no hubiera corrido para intentar salvar a los heridos? ¿Pedir permiso para rematar a los heridos porque están buscando armas, cuando apenas pueden tenerse en pie? ¿Y las risas cuando algunos vehículos pasan sobre los cadáveres? ¿Y decir que la culpa de que haya niños heridos es de los padres por llevarles a la guerra? Puede ser una invasión necesaria o innecesaria, con mejor o peor intención, pero es el que llega de fuera el que provoca la guerra, y las imágenes no son en mitad del desierto, parece más bien un barrio residencial. no de clase media o alta, pero sí donde puede vivir gente.
No soy ni antiamericano, ni antimilitarista, en absoluto. Pero hay cosas que duelen, sean las que sean tus convicciones morales, personales o religiosas. Hace no mucho leía unas declaraciones de un general estadounidense, "si fuese iraquí, sería un insurgente", después añadía que lo habían hecho mal, que el único plan era la entrada, después no había nada. Y un soldado veterano de la primera guerra del golfo comentaba a raíz del vídeo que él nunca hubiera hecho esa atrocidad, que van pretendiendo dar lecciones morales, y al final caen más bajo que la gente contra la que están luchando, que entonces, ¿para qué han ido ahí?.
Nunca he sido, ni soy, una persona violenta, incluso el maltrato animal me indigna y me encabrona, que uno de mis hobbies sea vestirse de militar y darse de bolazos en el monte con otras 100 personas no significa que me hubiese gustado ser militar, o que me guste la guerra de verdad, o que dispararía con balas. Otro de mis hobbies es jugar online con un enano paladín, y no por ello me creo capaz de curar o que mida poco más de un metro. Tengo claro hasta donde llega la ficción y donde empieza la realidad. El problema es que leo comentarios, de gente supuestamente normal, que me hacen dudar de si otros saben diferenciar. Y me da miedo. Miedo y asco.
A la sombra de mi sombra
me estoy haciendo un sombrero;
sombrero de largas pajas
que he recogido del suelo.
Lo haré con el ala ancha,
que casi llegue hasta el cielo
pa' muchas veces no ver
las cosas que ver no quiero.
No quiero ver injusticias ni miserias;
no quiero ver militares ni princesas;
no quiero ver dictaduras ni pobrezas;
no quier ver religiones ricas, ni reinas.
Que sólo quiero yo ver a los pobres sin miseria;
a los ricos sin dinero desnudos en esta tierra;
a infinitos corazones unidos por el amor
y unidos contra la guerra.
Extrechinato y tu - Poesía Básica (2001)
Hoy he decidido dejar de leer periódicos, mira que soy fanático de conocer que pasa hasta en los lugares más remotos del mundo, de conocer información, la última hora... pero hoy he llegado a mi límite.
He decidido que prefiero vivir en mi mundo, que la ignorancia, si bien menos libre, te otorga más tranquilidad. Los periódicos están llenos de noticias basadas en la brutalidad, en injusticias, en engaños y robos a los de siempre (y que poco les queda ya)... y no quiero saberlo, no quiero que me hierva la sangre, voy a hacer dimitir a la indignación.
Hace mucho que me dí cuenta de que al final, lo único que importa es ser feliz e intentar hacer feliz a los demás. ¿Para qué gritar contra un muro de cemento? ¿Para qué sirve creerse libre si las cadenas en lugar de hierro son de oro, pero cadenas igualmente?