--Lo sé --suspiró Garion--. Yo odiaba a Torak, pero creo que al final lo perdoné... aunque sólo fuera por compasión. Sin embargo, tuve que matarlo a pesar de todo.
--¿Cómo crees que sería el mundo si los hombres dejaran de matarse unos a otros?
--Quizá sería un sitio mejor.
--¿Entonces por qué no intentamos que sea así?
--¿Tú y yo? --rió Garion--. ¿Los dos solos?
--¿Por qué no?
--Porque es imposible, Eriond.
--Pensé que hacía mucho tiempo que tú y Belgarath habíais dejado claro que nada es imposible.
--Sí, supongo que sí --volvió a reír Garion--. Olvidemos la expresión «imposible». ¿Te gusta más «extremadamente difícil»?
--Nada que valga la pena puede ser fácil, Belgarion. Si lo fuera, no lo valoraríamos. Sin embargo, estoy seguro de que podremos encontrar una solución al problema.
Cronicas de Mallorea - David Eddings
Ya se acercan los examenes, en apenas una semana toca someterse de nuevo a las tensiones, a intentar plasmar en 3 o 4 horas lo que has estudiado durante dias y has visto a lo largo de todo un año... me sigue pareciendo una forma estupida de comprobar si merezco el titulo de ingeniero (luego las formulas las encuentras en cualquier libro, las normativas están siempre a disposición de cualquier usuario y las cuentas las hacen ordenadores... es inutil aprenderse todo eso de memoria, cuando luego nadie lo recuerda al salir de la universidad.), pero debo someterme al sistema. Por suerte me queda poco.
El caso es que como siempre a estas alturas, llevo unos dias elaborando mi burbuja, construyendo una capa transparente que deje fuera los problemas y las preocupaciones que no sean puramente académicas. Aqui dentro no caben las frustraciones amorosas, ni las preocupaciones por/del trabajo, ni el nivel de aceptación social... ni nada de esas cosas que podrían preocuparme. Solamente hay una meta frente a mi, los bordes del camino por donde corro se difuminan, la velocidad me impide girar la cabeza para ver el camino que he dejado atrás, asi que ahora mismo solo existe una dirección.
Pero como casi siempre que se intenta reprimir algo, acaba saltando por algún sitio, generalmente en el momento de mayor debilidad y por cualquier pequeña ranura de nuestra represión. En mi caso ha sido durante la noche ("la noche debilita los corazones"), he tenido un sueño extraño. Estaba con una chica en una ciudad medio derruida y por alguna razón nos perseguían (por desgracia los sueños no siempre tienen un guión demasiado pensado), el caso es que al doblar una esquina vimos un escondite perfecto y nos lanzamos, literalmente, allí. La sensación de los pequeños fragmentos de cemento desprendidos de los escombros clavándose en el cuerpo fue tan real que en ese momento no caes en que estás en un sueño. Arrastrarse hasta el lugar más seguro del escondite, sentir la sequedad de la garganta por culpa del polvo y las cenizas, la falta de aire por la carrera...
Lo más real ha sido cuando abrazaba a esta chica y la atraía a mi, las sensaciones que antes me parecían tan reales quedaban ocultas en ese momento. Pude distinguir en las manos el contorno de la espalda, la forma de que tiene la espalda por la zona de los riñones, que se curva levemente hacia dentro y forma un pequeñisimo hueco que anuncia el fin de la espalda. Pude distinguir su cálido cuerpo contra el mio a través de la tela, y el olor de su pelo. Mis labios en la suave piel de su cuello. Todo parecía tan "en su sitio" en ese momento, sin ningún fallo que hiciera dudar.
A pesar de que ayer por la tarde mi pierna decidió darme una lección (en forma de un "juguetón" pinchazo que recorría el muslo de arriba abajo), hoy he vuelto a ir a correr. Y me he encontrado la ciudad curiosamente despierta para ser tan pronto y para estar en (resacosas) fiestas... no recordaba que era día de encierros, así que algunas calles estaban cortadas para el paso de los toros y otras estaban cortadas por algunos borrachos tirados en el suelo, así que me he visto obligado a cambiar de recorrido (por mucho que me tentase correr delante de toros, o de borrachos).
Al final he optado por un parque al que no iba desde hace meses, donde estuve entrenando por una apuesta y que me trajo algunos recuerdos. Casi todos de interminables momentos de dolor intenso para conseguir subir escalones de cierto reto.... bueno, vale, suena dramático, pero lo que ahora es correr más o menos habitualmente, hace unos meses para mí era sufrir más o menos habitualmente, hasta que empecé a coger ritmo.
Y he empezado a darle vueltas a cierto temita. Hace unos meses comentaba en este mismo blog lo que opinaba de que el universo conspira para darte lo que realmente deseas. Pues bien, no dije que el universo no conspirase, sólo que no lo hace para darnos lo que queremos... El caso es que esta semana pasada ha estado inundada de alusiones a que prácticamente nada es imposible. He visto alguna película que lo comentaba, una serie a la que me he enganchado y que tiene como trama de fondo precisamente eso (durante cuatro temporadas!), comentarios en emails de refilón, los dos libros que he estado leyendo también lo trataban como tema fundamental... quiero creer que a veces no todo son casualidades. Y, joder, me gustaría que fuera algo más que sólo una casualidad... tengo demasiadas cosas en la cabeza que parecen imposibles...
El caso es que hay una frase que me persigue día y noche, que no me he podido quitar de la cabeza: "Como no sabían que era imposible lo hicieron.", no recuerdo donde la leí, escuché o me dijeron, pero la tengo ahí, persistente.
Como viene siendo común en los últimos años, en la ducha ha surgido el punto de inflexión de las ideas más densas, más complicadas. Me he convencido de que ninguna de las cosas que quiero son realmente imposibles, solo necesito algo o alguien que me motive a luchar, que me haga dar ese paso más, que me haga sentir como un niño ilusionado con el horrendo dibujo que acaba de hacer pero que le parece una obra maestra, por el mero de haberlo hecho para alguien.
Hay gente que escapa bebiendo, cuando tienen una cuesta arriba y sienten la necesidad de huir beben hasta perder el control, hasta que tapan el problema o lo diluyen. No es mi estilo, una peculiar resistencia al alcohol y la necesidad de saber por donde camino me han hecho siempre rehuir ese método.
Así que tuve que apañarme con otros métodos, el principal de ellos es escribir, siempre está ahí nunca me abandona, nunca he tenido el síndrome de la página en blanco. Con cada problema más o menos serio he vertido miles de palabras, el blog es tan solo una pequeña muestra; mi ordenador y uno de mis armarios están inundados con pequeños relatos, historias, y demás textos que han sido mi via de escape desde que recuerdo tener problemas. Millones de palabras.
Pero hay veces, hay ciertos temas, cuando de verdad atraviesan la piel, la carne y llegan hasta el hueso, que escribir no me ayuda, o no a la velocidad que necesito. Hay un relato que se extendió durante más de 100 páginas y que me proporcionaba un alivio muy lento, demasiado. Y descubrí otra forma.
Ejercicio intenso. Llegar a mi limite.
Obligarme a levantar la cabeza, a salir a correr, a respirar el aire de algún parque a las afueras de la ciudad. Llevar mi cuerpo hasta su extremo, sentir los músculos palpitar debajo de la piel, sentir que mis pulmones y mi corazón trabajan casi al 100%, no es simplemente correr, es CORRER, y mi cuerpo pocas veces me deja hacerlo. Me encanta la sensación poco antes de caer rendido, cuando realmente debes descansar. Por un lado los músculos empiezan a quejarse, notas su cansancio, incluso el dolor, pero por otro lado puedes sentir su necesidad, su avidez por seguir, por dar una zancada más, y otra, por avanzar un metro más, y otro, y otro.
El pecho se hincha con fuerza, el sudor cubre tu cuerpo, ya no corres solo con las piernas, si no que el torso y los brazos también ayudan en el impulso, y la mente se pliega, y notas instintos primitivos aflorando, y sientes libertad, fuerza, y durante unos instantes, unos segundos, alcanzas un extraño climax, ya no hay cansancio, ni miedos, ni problemas, ni dolor, solo la necesidad de correr un momento más, de hacerse un último metro.
Y me imagino que esos segundos son los mismos que disfruta el lobo antes de abatir a una presa especialmente complicada, o el águila cayendo en picado atravesando el cielo y sintiendo el viento hacer vibrar las plumas. Adrenalina pura, el verdadero sabor de la libertad, placer absoluto, fuerza... durante unos segundos.
Es curioso, hace un par de años ahora estaría sumido en un charco de resentimiento y lágrimas de autocompasión. Pero de todo se aprende, incluso de las derrotas... hay quien dice que una derrota enseña más que una victoria... no les creáis, en general, uno no debe creerse todo lo que venga en forma de sentencia absoluta, hay victorias que llevan detrás meses de esfuerzo y que conllevan lecciones más importantes que algunas irreflexivas derrotas.
Al final algunas ostias van conformando el carácter, o van convirtiéndose en una especie de rutina fácilmente asimilable por quien las va recibiendo.
Y las opciones son:
a) Asimilarlo y pensar que la vida es injusta y seguir recibiendo ostias mientras se piensa que nos ha tocado una vida muy hija puta.
b) Asimilarlo, recoger tus cosas, hacer un bonito corte de mangas a tu actual vida, y cambiarla por otra en otro lugar lejos. Pero LEJOS. MUCHO.
c) Asimilarlo, cagarte en todo lo que pille a mano, y pensar que nada es infinito ni siquiera el fracaso, seguir luchando en otros frentes, y confiar que algún día el destino o el azar o el hacer se cebará con otro y te dejará tranquilo.
d) Ninguna de las anteriores. Me encanta como el ser humano, que tan solo se diferencia un 0.1% de los demás seres humanos, se monta su propio mundo en tan pequeña diferencia. Hace todo mucho más divertido y nos quedamos sin letras del abecedario para ver opciones.
El caso es que ahora ando por la opción c (pensando seriamente en la b, que es para gente menos cobarde), una vez que recoges toda la mierda que has esparcido durante el estallido de frustración (obviamente hablando en sentido figurado, para no hacer este post más escatológico) y te pones a trabajar de nuevo, te invade una extraña sensación casi mística de "ole mis huevos".
Total la vida es un juego y jugamos contra un contrincante rematadamente bueno que nunca ha perdido una partida. ¡¡¡Sólo nos queda hacer que la partida sea interesante!!! Me imagino jugando al ajedrez con Kaspárov o contra Kárpov y cada vez que me comen un peón tirarme al suelo en plena pataleta insultando al contrincante, si ya sé que voy a perder, ¿para qué hacer un drama? Mejor tomárselo con filosofía y pensar "voy a intentar que pienses seriamente cabrón" y cada peón que cae ser sólo un "ouch" e intentar distraerle para recolocarlo en otro sitio sin que se dé cuenta. Si te va a ganar sí o sí, intentar unas pocas trampas no debe molestarle mucho.
Llevo 5 semanas fuera de casa, de un mes en Irlanda a otro viaje de una semana solo fueron 12 horas, y por fin estoy de vuelta. Y ayer me dio el bajón, del todo, después de un mes con actividades constantes, y con gente a la que voy a echar de menos, me metí una semana con mis amigos y fue más de lo mismo, siempre algo que hacer con ellos, privacidad nula incluso en la ducha... y ahora, de vuelta, toca meterse en la habitación a estudiar, solo, sin compañía... y me falta el aire (ahora que me tendría que sobrar). ¿Síndrome postvacacional o crisis existencial?
En Irlanda me mojé a diario, y en la quedada con mis amigos he dormido en una tienda de campaña al aire libre y duchándome con agua fresca... y no ha sido hasta ahora que me ha atacado un catarro pertinaz (algo que ver con el estado de animo?), no tengo voz y si corro un rato los pulmones se me cierran y el cansancio me coge por los tobillos y me hunde. Por eso estoy un sábado en casa por la noche, cuando lo que realmente me apetece es estar fuera con alguien.
Para colmo, tenía alguna cosa por ahí suelta bastante clara y de un día para otro, me asaltan las dudas de nuevo, extrañado porque no van las cosas como me esperaba.
Hace unas semanas, en Irlanda, escribía en un cuadernito que no es más fuerte aquel que tiene menos obstáculos, si no el que teniendo más, se esfuerza por superarlos. Y que no por haber recorrido menos camino se es más débil, si no que es posible que haya tenido un camino más duro. Admitiendo que mis obstáculos son los de cualquier otra persona normal que me rodea, y que comparándolos con los obstáculos de otros (en otras situaciones, en otros países, en otras culturas), no son más que meros escalones, hay veces que me siento atascado.
Y mi instinto de autoconservación me dice que mande a tomar por culo todas las dudas y los problemas, que de otras peores hemos salido, que no hay que dar mucha importancia a lo que pase ahora pues hay metas más grandes esperando a la vuelta de la esquina, que tengo otras misiones a las que dedicar mi esfuerzo, mi sangre, mi sudor y mis lágrimas...
Pero me apetece sentirme un poco pillado por los huevos, me apetece sufrir un poquito, me apetece bregar en mares embravecidos... ya decía un proverbio africano que los mares en calma no dan buenos marineros... y me apetece ponerme un poquito contra las cuerdas, y ver que sale, y dejar de lado la estabilidad emocional que suele reinar en mi vida (por mucho que a veces en este blog no lo parezca).
Y cuando por fin aplaco mis propias dudas... el mundo conspira para proporcionarme otras... ¿que sería del ser humano sin dudas? Yo ya he solucionado las que surgían de mi interior, ahora toca disfrutar con las que vienen de fuera. Al fin y al cabo, creo que la vida no deja de ser un juego con un final ya conocido: todos perdemos al final, al menos debemos disfrutar la partida el tiempo que nos dejen jugarla.