No sé si lo he dicho alguna vez, pero si hay algún psicólogo en la sala seguramente me sacará alguna obsesión con esto del tiempo. Me agobia pensar que el tiempo es un rodillo enorme, que avanza sin preocuparse de nada ni de nadie. No le afecta los terremotos, ni las nevadas, ni las guerras, ni nuestros sentimientos. Avanza, segundo a segundo, minuto a minuto, ajeno a que los humanos lo hemos dividido para medirlo, en nuestro afán por poner números a todo.
Hace ya más de dos semanas que no me paso por aquí; trabajo, estudios, un seminario económico, otro seminario de regulación eléctrica. No me da el tiempo. Debe ser que como me he cansado de intentar frenarlo, intento llenarlo lo más posible.
El otro dia estaba en una partida de airsoft. Una de las misiones de la partida era transportar varios objetos pesados a través del campo de juego, tras 2 horas de comunicaciones por el walkie, de avanzar y retroceder para evitar las patrullas "enemigas", nuestros grupos de exploradores nos dieron via libre hasta nuestro objetivo. Con tan mala suerte que nada más llegar frente al edificio donde teníamos que hacernos fuertes caímos entre el fuego cruzado del equipo contrario al completo (2 grupos de 40 personas disparando contra nuestro grupo de 50).
Un compañero de equipo, rondando los 30 años, al que solo conocía por haberle visto testear las replicas en el punto de encuentro, tuvo la misma idea que yo, lanzarse en plancha bajo la estructura de madera de la foto. Y allí, encogidos, manchados de barro y escuchando las bolitas biodegradables golpear contra nuestro parapeto, nos dio por reír. Los dos únicos estúpidos que habían huido hacia delante en lugar de replegarse a posiciones más seguras...
Inevitablemente nos eliminaron. Cuando caminaba hacia el punto de encuentro para volver a estar activos en el campo de juego, palpándome la cara al notar el ardor de un arañazo, el compañero en cuestión me dijo "un camino no siempre tiene que ir hacia delante. Hay veces que las líneas rectas no lo son tanto y nos encontramos caminando en dirección contraria". En aquel momento me hizo gracia, una bonita forma de decir que nos merecíamos los bolazos que nos dieron, anoche le encontré sentido.