Febrero 2011 Archives

Retos y derrotas

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"Mañana tal vez tengamos que sentarnos frente a nuestros hijos y decirles que fuimos derrotados. Pero no podremos mirarlos a los ojos y decirles que viven así porque no nos animamos a pelear." Mahatma Gandhi

(Tiempo medio de lectura estimado: 2 min y 55 seg)

Soy un tipo al que le gusta el juego en equipo, ya sea en el ambito personal, en el ocio, en el deporte, o en el trabajo. No voy a negar que tengo cierta vena de independentismo social, que puedo apañarmelas yo sólito y a veces hasta necesito aislarme un rato, pero si hay que elegir, prefiero tener a alguien a mi lado en quien confiar para cuando yo meta la pata, primero para que me de el toque de atención (porque a veces vamos tan rapido que se nos escapan las cosas), y después para que me ayude a sacarla. Además, tomarse una cerveza solo no queda del todo bien, y después de lograr algo importante apetece tomarse un botellín rápido en cualquier tasca de barrio antes de volver a casa a descansar.

Hace un tiempo, cuando tenía algunas mañanas libres, me escapaba a Madrid y escribía sentado en cualquier banco. Yo, de la generación digital, acostumbrado a teclear frente a la pantalla, me daba el capricho de coger un cuaderno y un bolígrafo para escribir al aire libre, rasgando el papel con mis caligrafía irregular. Una vez, sentado frente a la estatua del angel caido del retiro, una chica un poco mayor que yo que estaba dibujando al carboncillo se me acercó y me dijo, "¿verdad que estamos siempre terriblemente solos?". La pregunta fue como un puñetazo en la boca del estómago, no porque me hubiera desvelado nada nuevo, si no por lo directo de la conversación... para llegar a esos niveles de profundidad necesito primero saber el nombre de la otra persona, y haber tomado al menos un par de cafés antes... así que sólo pude asentir torpemente mientras me recuperaba. Ella se fue (lastima de oportunidad que perdí). Y cuando me rehice la busqué para decirla que estaba equivocada, pero ya no la encontré. Es cierto que nuestro mejor amigo es uno mismo, por eso de pasar 24 horas juntos, pero es raro estar solo, siempre hay alguien cerca, otra cosa es que no queramos verlo. Conozco un par de personas que lamentan su soledad, y no se dan cuenta (o sí, porque se lo he dejado caer) de que yo mismo haría lo que fuera por dibujar una sonrisa en su cara... total, si nos morimos mañana, al menos que sea haciendo algo bueno.

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No me cuesta en absoluto confiar mis secretos a la gente, son lo suficientemente aburridos (mis secretos, se entiende) como para que perder su rango de exclusividad no suponga un drama. Habrá cosas mejores y peores, pero asumo las consecuencias de frente y no tengo que andarme con secretismos. No tengo clave en mis ordenadores (ni en casa, ni en el del trabajo), mi habitación siempre tiene la puerta abierta, cuando voy de viaje suelo dejar el equipaje a la vista de todos... incluso he perdido el pudor y no tengo inconveniente en ducharme en pelotas delante de otros... tanto tiempo compartiendo vestuario te inmuniza (y lo comento porque fue un logro personal acostumbrarme). ¡Pero si tengo un blog donde cuento mis alegrías y miserias desde hace casi 7 años!

Y con todo esto, hay batallas que a uno no le queda más remedio que afrontar en soledad. Es inevitable enfrentarse a según que retos como el típico heroe de película, espada en mano, escudo en alto, mirada desafiante, sintiendo el viento en la cara, el contacto del cuero en la mano, la madera astillada contra el brazo, escuchando cada latido del corazón retumbar por todo el cuerpo, poderoso, invencible... lo malo es que cuando te llevas todas las ostias del mundo, como personaje secundario donde los haya, no queda más remedio que doblar una rodilla y clavar la otra en el suelo, con la cabeza gacha. Y en esos momentos de desesperación, mirando al suelo jadeante, con el sabor metálico de la sangre y el fracaso en la boca, toca asumir que el reto te quedaba grande.

De virus y troyanos

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"En la venganza el más débil es siempre más feroz." Honoré de Balzac

(Tiempo medio de léctura estimado: 2 min y 15 seg)

Hoy quería escribir sobre otra cosa... pero gracias a una caterva de hijos del mal tengo un temita nuevo y candente. Vaya por delante, me cago en la ascendencia de todos aquellos que se dedican a programar troyanos, virus y un largo etc...

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Llevo unos días con el ordenador raro. Al principio sólo noté que las páginas que visito abrían más publicidad de lo habitual, pero bueno, todo el mundo intenta rentabilizar sus sitios. Después experimenté que mi querido mozilla abría páginas aleatorias, y me cerraba las mías propias (en algún caso borrando unos cuantos párrafos de emails o mensajes de tuenti, con lo que jode tener que reescribir tanto)... una o dos veces pudiera ser por torpeza mía y haber dado al botón equivocado... pero que se abrieran páginas con señoritas en pelotas me hizo sospechar (por muchos botones que toque en el teclado o clickee en mi pantalla, es imposible llegar ahí accidentalmente). Así que este fin de semana le pasé el antivirus por si acaso. No navego por sitios raros, hace muchos meses que ni abro un programa P2P, ni miro emails sospechosos... tengo actualizado el nod32 y activo el firewall de windows. Se que no es lo mejor del mundo, pero nunca he tenido problemas... hasta ahora, el antivirus detectó media docena de archivos chungos y un par de troyanos. Con todo el empaque del mundo, el antivirus empezó a brillar en colorines rojos y haciendo parpadear un aviso de que los archivos estaban en cuarentena.

Incauto de mi pensé, "bien, el antivirus hace su trabajo". El motivo de mi cabreo es que hoy por la tarde he escuchado unos graznidos espeluznantes, y al asomarme por la ventana he descubierto una inmensa bandada de pajaros, miles de ejemplares, haciendo quiebros con perfecta coordinación. Entrando y saliendo de nubes bajas, maravillando y acojonando a partes iguales (gracias Hitchcok, fuiste un crack). Cámara en mano he sacado una docena de fotos, con zoom, sin zoom, retocando niveles de luz, tiempos de exposición... no es que sea bueno, pero si haces muchas fotos, por pura probabilidad, alguna merecerá la pena.

He ido al ordenador, inocente de mi, cual gacela herida, sedienta, que busca refrescarse en el manantial... y resulta que en el manantial hay un enorme cocodrilo sucio bastardo esperando con sonrisa aviesa. Después de que insertase la tarjeta de memoria y empezase a trastear, se me ha cerrado el Spotify, el navegador y la carpeta en cuestión, dejándome ante el escritorio cargado de iconos, y automáticamente se han abierto un par de ventanas de publicidad anunciando viagra online (encima humillando), llevo años viendo ese tipo de anuncios y nunca he comprado nada, ¿por qué insisten?... y lo peor de todo, que al abrir de nuevo la carpeta donde tendrían que estar la fotos... vacía. He intentado recuperarlas con programas de reparación, y nada. Perdidas. Y los pajaros fuera de mi alcance (aún más que antes, ya que ahora ni siquiera les veo).

Ya he cambiado claves de sitios importantes o vulnerables, y volveré a cambiarlas cuando todo esté "limpio" por si acaso, he cogido un libro para pasar el rato, instalado otro antivirus, y varios programas de limpieza y manuales... hoy toca zafarrancho digital. Voy a limpiar el sistema tan a fondo como pueda, aunque haya que frotar el disco duro con un cepillo de púas. Y como tenga que formatear... puf, no guardo rencor, pero tengo muy buena memoria. Sea quien sea el sucio bastardo que programó a estos bichitos tan hijosdeputa amables, espero que no nos crucemos nunca.

Imaginando

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"En la lucha contra la realidad, el hombre tiene solo un arma: la imaginación." Teófilo Gautier

(Tiempo medio de léctura estimado: 2 min y 40 seg)


Llevo exactamente una semana sin escribir en el blog. La verdad es que mis semanas ultimamente son un ctrl+c y ctrl+v unas de otras (para quien no haya entendido la analogía muy frikie, es que me parecen todas iguales) y no saco nada interesante sobre lo que escribir en 10 minutos. Y soy así de tarugo, que teniendo 3 o 4 artículos más elaborados y preparaditos, lo voy dejando pasar hasta encontrar la imagen que quiero... algo me dice que este post va a ser denso y extraño...

El caso es que anoche (del sábado al domingo), a parte de una agradable novedad, tuve otro momento de flash, como los que no tengo desde hace años. Iba andando por la calle Alcalá, con la intención de coger un taxi, ya que me había quedado sin metro a esas horas y no controlo demasiado los autobuses nocturnos, pero necesitaba un poco de aire fresco para pensar un ratejo y decidí darme una vuelta hasta la parada que hay en Atocha.

Una de las cosas que más sorprenden a los que pisan Madrid es que siempre hay gente por las calles. Y ayer no era excepción, estaba todo hasta arriba de gente, lo que da oportunidad de echar un vistazo a tu alrededor. Hace años que no escribo sobre lo que veo en el metro, o en el tren, o por las calles... hace un par de años que no puedo perderme por la ciudad vagabundeando; ahora siempre hay algo que hacer, un lugar al que ir, una hora marcada, el móvil sonando. Así, hablando en plata, vaya mierda... vamos perdiendo los buenos hábitos para tomar otros basados en la productividad, en hacer cosas, en no parar.

Me fijé en una chica, de unos 20 años, muy mona ella, muy arregladita, maquillada, muy seria y que cuando nos cruzamos me miró con ojos ligeramente enrojecidos... acompañada por cuatro chicos, más jovenes, con ropa deportiva que reían a carcajadas, y que sólo se dirigieron a ella en el lapso de tiempo que los tuve a la vista para hacer algún comentario que les hacía estallar en risas (a todos menos a ella). Por otro lado, un tipo ya mayor, con cara de satisfacción, se comía una hamburguesa de MacDonals mientras una mujer, supongo que su pareja, tambien mayor, le echaba la bronca a voces por comer comida basura. Intuyo que al tipo le estaba mereciendo la pena los berridos por la cara de felicidad en cada mordisco. Una fila enorme de gente para entrar en una famosa discoteca, algunos nerviosos, seguramente menores que no tenían todas consigo para poder entrar. Dos tipos pegandose en las sombras de la cuesta de Moyano. Un coche de la policía local haciendo un control de alcoholemia a un hombre que apenas era capaz de bajar la ventanilla... más allá del cotilleo, deporte tan nacional, me gusta imaginarme la posible vida de cada uno de los implicados, y como el destino, el azar o sea el que sea el método, va entretejiendo hilos... si una vida es infinitamente compleja (por aburrida que nos parezca, no deja de ser un tesoro para el que la vive porque sólo tiene esa), ¿hasta que punto es posible desentrañar la madeja de hilos que formamos todos? ¿Se podría construir el mundo que nos rodea desde cero sabiendo donde va cada hilo?

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¿O tendríamos una imagen pálida con tan sólo algunas cosas dibujadas?

¿Cuantas de las personas con las que me crucé se sentirían solas? ¿Cuantas vendrían de, o irían a, estar con alguien importante? ¿Cuantas me mirarían e intentarían adivinar en que estaba pensando y de donde viene mi hilo? ¿Cuantas, de conocerme, me odiarían, o cuantas quedarían enredadas con mi propio hilo? Queda fuera de nuestro alcance, y lo único que nos podemos hacer es ir mirando caras e imaginar.

De palabras

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"Los que sueñan de día son conscientes de muchas cosas que escapan a los que sueñan sólo de noche." Edgar Allan Poe

(tiempo de lectura medio estimado: 1 min y 35 seg)

El viernes encontré un artículo interesante sobre la psicología de masas, y este fin de semana tenía pensado desarrollarlo, en plan "¡ey! Somos jodidamente previsibles", pero el destino, como casi siempre empeñado en taparme la bocaza a reveses, ha trazado un imprevisto para que hoy eludiese un compromiso hasta 10 minutos antes ineludible. Y me he encontrado, repentinamente, sin plan, solo y aburrido en casa.

Después de cumplir con los objetivos de las tablas del plan deportivo que tocaban para hoy, hacer un poco el chorra frente al kinect y darme una larga ducha de agua caliente... me seguía sobrando tiempo. Mira que me gusta quedarme en casa los domingos, saboreando la tranquilidad opresiva que precede a la vorágine de actividades del día a día, pero ya que me había concienciado a tener una actividad intensa... ponerme a ver una película, a chatear un ratejo, o a leer, simplemente no me convencía.

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Así que he puesto el Spotify (versión de pago, lo que demuestra que un plan de negocio inteligente logra mucho más que leyes despóticas), me ha salido una canción de warcry, y como hace ya casi un año que no les escucho, les he puesto de música de fondo. He abierto un documento word para empezar con el post de psicología de masas, total, lo mismo me daba ponerme a ello por la tarde que por la noche... y con este grupo no se puede hablar de psicología.

He escrito unas cuantas palabras aleatorias, que han dado forma a un argumentillo triste y lineal... que he desarrollado un poquitín más, después de eso, he metido otro argumento que se entrelazase, y escrito un poco de relleno para darle cuerpo, y me he dado cuenta de que se me había pasado el tiempo cuando ya llevaba 20 páginas.

Cada problema, que los tengo, se ha ido diluyendo en cada palabra; cada miedo, que me atormentan como a todos, se ha ido empequeñeciendo con cada linea; y cada incertidumbre, que me reconcome por dentro, se ha ido silenciando con cada párrafo. Creo que es la primera vez en años que me vuelvo a dejar llevar delante de una hoja en blanco... joder, y que bien sienta.

De peaks oils...

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"Sólo cuando hayamos quemado el último árbol, matado el último animal, y contaminado el último río, nos daremos cuenta de que el dinero no se come". Proverbio Indio

(tiempo medio de lectura estimado: 2 min y 30 seg)

Hoy, en el trabajo, estaba rastreando en la red una noticia sobre la legalidad y el cambio climático, y me he sorprendido al ver que en multitud de medios relacionados hablaban del "peak oil" como algo ya alcanzado, normalmente no hago mucho caso (me podría perder si sigo todos los enlaces), pero dado que en todos aparecía como noticia destacada, pues he echado un vistazo... viene a ser básicamente el momento en el cual la extracción máxima diaria de petroleo ha alcanzado su límite, y sólo queda una larga cuesta abajo en la que día a día se obtendrá menos petroleo, independientemente de la demanda.

Y la noticia es que parece ser que se empieza a reconocer como algo real, actual y preocupante. Unos cables de wikileaks admiten que Arabia Saudi puede estar exagerando sus reservas de petroleo, si eso es cierto, y su producción máxima se ha alcanzado, nos esperan años curiosos. Por lo pronto, las tensiones internacionales crecen por hacerse con el control de regiones hasta ahora olvidadas, pero con posibilidad de tener reservas petrolíferas en su subsuelo. Lo que realmente me llama la atención es que no ha salido en un medio conspiranoide aislado... muchos grandes medios económicos alrededor del mundo se hacen eco.

Por un lado tenemos una necesidad creciente, ya no solo Occidente, si no los países emergentes que van aumentando su consumo a un 10% anual... y por otro lado tenemos que la producción no puede aumentar. Esto es algo así como que haces una tarta para 4 porque no tienes ingredientes para más y de repente se presentan 6 invitados. Es facil, si la tarta está pasable, se reparte entre los 6, y todos contentos. Ahora bien, si el pastel está realmente bueno... sólo queda una lucha grecorromana a muerte... y si al final quedan 3, pues mejor, porque a más tocan.

El tema del petroleo es que su uso suele representarse exclusivamente para mover un coche, o un avión... pero el verdadero problema es que el petroleo es importante porque de ahí salen la inmensa mayoría de fertilizantes y plásticos para la agricultura intensiva. Es decir, cuando mañana (hablando de un futuro no excesivamente lejano) me cueste echar 2 euros por litro de gasolina (que por cierto, ahora que me animo a coger el coche después de años, a 1.28 el litro, hijos del mal), seguramente las verduras hayan cuadriplicado su precio... y mientras que yo me joderé con mi pobre sueldo de becario, y me quedaré sin ir al cine cada dos semanas, alguien en la otra punta del globo va a tener que elegir entre morir de hambre, o asaltar la tienda.

El precio del petroleo y el precio de la comida están íntimamente ligados. ¿Puede sorprendernos que justo empiecen las revueltas en Egipto cuando su exportación de petroleo ha disminuido y por tanto los ingresos que se destinaban a comida, que cada vez necesitaban más fondos, hayan sido reducidos?

Lo más curioso. Lo que más me ha impactado. La razón por la que estoy escribiendo hoy aquí... es que me da igual. Hoy estoy en plan destroyer, si todo esto no es más que una conspiración para que nos acojonemos y aceptemos sin rechistar subidas de precios, me da igual. Y si el mundo se va a tomar por culo... pues también me da igual... hasta siento cierta insana curiosidad por ver si Olduvai tenía razón.

De retos

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"Cuando no podemos cambiar la situación a la que nos enfrentamos, el reto consiste en cambiarnos a nosotros mismos." Viktor Frankl


(Tiempo de lectura medio estimado: 1 min y 30 seg)

El habitual "no tienes huevos a...", con gesto incluido de llevarse la mano a las partes implicadas, nunca ha funcionado conmigo, estoy bastante seguro de que los tengo como para tener que andar reafirmandome con acciones absurdas, y a menudo hasta peligrosas, ante otros. Si ellos son los que dudan, es su problema, no el mio.

Ahora bien, tengo una debilidad innata parecida: "me juego una cena a que...". Ahí pico, porque no tengo que demostrar algo simplemente por demostrarlo, si no que hay posibilidad de recibir una compensación positiva (sobretodo si apuestas contra alguien con quien quieres cenar, y ganes o pierdas cumples tu deseo). Y en eso estábamos cuando hace una semana, entrenando en plan amateur al rugby, y ante nuestra desastrosa forma física, uno dijo, "me juego una cena a que soy capaz de mejorar tanto como para correr 8 km, hacer 100 flexiones y 200 abdominales en menos de una hora".

Nosotros, que de media nos quedamos en 5 o 6 flexiones, damos gracias si llegamos a 50 abdominales, y apenas aguantamos un par de kilometros antes de perder los pulmones, nos apuntamos al reto. En un plazo de 2 meses debemos mejorar físicamente hasta pasar de un estado físico descuidado hasta uno medianamente aceptable. Quien no lo logre, debe invitar al resto a cenar.

Por un lado, es un aliciente para esforzarse por mejorar (a falta de musa a la que dedicar mis éxitos...), por otro lado, me viene estupendo para calmar ciertas inquietudes.

La verdad es que me recuerda el chiste ese donde compiten por ver quien es el que menos tarda en llegar hasta la montaña, cazar al oso, volver y acostarse con una prostituta... y baja uno jadeando de la montaña, cubierto de arañazos, sangrando por varias heridas, y dice, "ya me he tirado al oso, ¿donde esta la puta a la que hay que cazar?". Sólo que al oso que tengo en la habitación no le hace tanta gracia y tiene un argumento poderoso para obligarme a no repetir un chiste tan malo.

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Boulevard Of Broken Dreams - Green Day

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My shadow's the only one that walks beside me
My shallow heart's the only thing that's beating
Sometimes I wish someone out there will find me
'Til then I walk alone

Boulevard Of Broken Dreams - Green Day




(Tiempo de lectura medio estimado: 2 min y 30 seg)

Hace un par de años, con las tiendas de campaña individuales plantadas frente a un edificio a medio hacer (o a medio deshacer), me desperté en mitad de la noche. Se escuchaban los ronquidos de algún compañero que dormía plácidamente, el relinchar de un caballo a lo lejos, el traqueteo de un camión pesado por la carretera cercana y, lo que es peor, un chillidito agudo y el caminar liviano de unas patitas por fuera de mi tienda.

Me desembaracé del saco y medio me incorporé en la tienda, me crujieron todos los músculos por dormir sobre el suelo con la lona de la tienda como único colchón. Fue cuando vi la sombra de la rata recortada contra la tienda, intentando entrar a un lugar más cálido, mi lugar, con ese sonido agudo y desagradable. La tenue luz de la luna casi llena recortaba el hocico alargado y el cuerpo fibroso e inquieto contra la lona lateral. Terminó de despejarme, sufrí un momento de pánico seguido por la firme intención de asustar a la rata tanto como ella me había asustado a mí y que desistiera de intentar hacerme compañía. Me incorporé del todo, sólo acertando a coger la linterna y la toalla que usaba como almohada por si había que echarla sobre la rata en cuestión, abrí la tienda de golpe (y la cerré igual de rápido para evitar dar ideas), me puse las deportivas milagrosamente sin romperme nada, hice un barrido rápido con el foco de luz hasta encontrar un palo, y encaré la linterna contra el lugar donde la rata estaba buscando la forma de entrar.

Y la rata me devolvió la mirada con unos ojos sorprendentemente rojos, antes de ponerse a dos patas, chillar una vez más, y escabullirse hacia unos matorrales cercanos, cuando seguí su movimiento con el haz de luz, una docena de ojos rojos me miraban fijamente entre las hojas. Y me arrepentí de 3 cosas, la primera, de no haberme puesto siquiera unos pantalones, que algo más que unos calzoncillos de algodón me hubiera protegido, la segunda fue el no haber cogido una docena de toallas más (de repente la idea de la toalla me pareció sumamente ridícula) y la tercera cosa de la que me arrepentí fue el buscar pelea, con lo fácil que hubiera sido abrir las puertas de la tienda para que entrasen las amigables ratas a mi cómodo y cálido refugio, y yo hubiera podido dormir entre los matorrales en su lugar. Sin enfrentamientos.

Sentí el ambiente frío, humedo, contra mi cuerpo. El palo de la mano era áspero y notaba una astilla clavándose en la palma de la mano. Me pareció que había mucho silencio, bastante más que unos minutos antes. Como si estuviera bajo los efectos de estimulantes, mi cuerpo bullía, bajo la piel notaba un cosquilleo intenso, y la adrenalina subiéndome por el pecho. Las ratas, lenta, indolentemente, como queriendo decir "nos vamos porque nos apetece, no porque haya un tipo en gayumbos con un palito en la mano", se dieron la vuelta y desaparecieron por los matorrales hacia el campo abierto. Un minuto después, un maullido lejano y furioso me sacó de mi rigidez, caminé hasta la cremallera de mi tienda, me hice con unos pantalones, una sudadera y el mp3, y me senté en una silla bien abrigado para ver los primeros rayos del sol.

No tenía sueño, y mi cuerpo estaba en plena ebullición. Dí al play y me salió la canción de Green Day, Boulevard Of Broken Dreams. Y me sentí un pelín solo allí, con esa canción, y la repetí varias veces, saboreandola. Y me prometí que si algún día sentía la necesidad de escapar, era tan fácil como coger la maleta y evaporarse.

Lástima que no siempre cumpla mis promesas.

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