Tengo ronca el alma de quererte
en esta soledad llena que me ahoga;
tengo los ojos llenos de luz de imaginarte
y tengo los ojos ciegos de no verte;
tengo mi cuerpo abandonado al abandono
y tengo mi cuerpo tiritando de no poder tocarte.
Manolillo Chinato
Llevo unos días SINTIENDO que necesito escribir, no conozco a fondo el motivo, hay una burbuja urdida con indiferencia y frialdad que me está ayudando a contener este tipo de cosas que me quitan el sueño habitualmente, para que nada disturbe uno de los tres meses que necesito tomarme al año para estudiar. ¿Precavido o cobarde? ¿Qué más da? Los valientes sólo duran un combate, los cobardes muchos no se puede perder la esperanza de que hagan un acto heroico, aunque sea de refilón.
Quizás no sea nada, quizás solo sea como la vacuna contra la gripe, que te transmite la enfermedad debilitada adrede para que crees tus propios anticuerpos y es inevitable sentir fiebre. Quizás sea que me hago viejo en algunos sentidos. Quizás esté madurando, o desmadurando. A lo mejor se están juntando todos mis fantasmas para echar abajo la puerta de fina tela que he colgado en la entrada. Quizás sólo sea un capricho, un antojo de esos que cuestan un cachito de alma, con firma ardiente de por medio.
¿Puro inconformismo? ¿Infelicidad? ¿Decepción? ¿Desengaño? ¿Auto flagelamiento? Cuantas palabras dignas de ser borradas del diccionario, o por lo menos de ser puestas con letras más pequeñas, o en diccionarios para eruditos, de esos que prueban de todo por acumular conocimiento. De momento descarto la segunda y la última opción, que se joda el marqués de Sade (ya me agradecerá esta expresión), que hoy ni busco ni acompaño al dolor. Hoy que baile su peculiar danza con otros incautos o incautas.
Doy un paso en dirección a la puerta de la burbuja. Decepción, desengaño me cuesta hasta escribirlas. Me suenan demasiado cavernosas, ásperas, amargas, parece que arrancan lágrimas de los ojos, arañando la cara con sus garras y dejando surcos encarnados en la piel. Porque, ¿qué hay más duro que la oscuridad? La falta de luz. Y en el reino de las tinieblas, en el otoño eterno donde tañen campanas fúnebres, un gesto es un mundo. ¿Y qué más da la realidad? Vemos sólo lo que necesitamos ver, por eso ponemos de excusa los sentimientos inexplicables, los poderosos que nos atan con grandes cadenas de deslustrada plata para justificar aquello que creemos que los demás no van a entender del todo, porque sabemos que sólo nosotros lo estamos viendo.
Que egoístas somos. Que primero pensamos en nosotros, después en lo que nos afecta a nosotros y por ultimo en los demás o en como lo que hacemos pueden cambiarles y que nos afecte.
Ahora, dejo mi capa de soledad en el gancho, junto a la puerta de tela. Cojo aire, soplo y atravieso los fantasmas que merodean en la puerta. Abandono las lágrimas ya secas hace tiempo, abandono las que puedan caer en el futuro, abandono el nombre, y reniego de mi esencia. El corazón hecho un barullo en una esquina, donde más tarde podré limpiarlo. Se me van a olvidar las cicatrices, las propias y las ajenas. Saldré desnudo. Que el agua golpee mi pecho y corra por mis piernas. Que el pelo húmedo se pegue a mi cabeza y los brazos sostengan las infinitas gotas de agua. Que mis hombros se conviertan en mares de lágrimas de un cielo inmenso, que comprende a quien camina bajo su manto, que sufre con cada sufrimiento y llora con cada lágrima.
Y me voy a perder en la inmensidad de un mundo desierto, sin nada que me duela, dejando atrás a la soledad, pues ahora me acompaña el egoísmo, es como un perro fiel, a veces no le sentimos cerca, pero poco tardará en aparecer si está bien amaestrado. Es un viejo conocido de vista y un nuevo compañero de este camino, aunque sea por unas horas. Es listo, sólo te hace sufrir si quieres que así sea, sólo que un poco ciego y fiero, pues muerde a quienes te rodean sin preguntar. Por eso sólo le quiero por esta noche, por eso no quiero que nada me acompañe, además, me voy a perder, no llevo ni brujula ni mapa... ya mañana habrá tiempo de buscar el camino de vuelta. Ya mañana cogeré mi capa de soledad fingida. Ya mañana me colocaré las cicatrices. Ya mañana escucharé los llantos ajenos. Ya mañana seré yo, Träne. Pero no esta noche.
Anoche pasé frío y me desenamoré un poco.
Anoche pasé frío y fui poeta.
Anoche, mientras mi carne se helaba
y mi alma en mi cuerpo se escondía,
vi como mi amor para ti
era un juguete pasado ya de moda que ya nada valía.
Manolo Chinato