La sexta o septima vez que uso este titulo para un post... pero es que ni puedo ni, sinceramente, quiero evitarlo. Me parece tan descriptivo para todos aquellos que hayan pisado las calles de la capital alguna vez.
Ayer necesitaba pensar, y aprovechando que mi otra forma de pensar (escribir) está pasando por un bajón creativo, me dejé caer por las atestadas calles del centro, decenas de miles de personas caminando, comprando, algunos bailando, cantando... una chica sola llorando, un hombre pidiendo limosna, otra chica llorando, un niño enfadado con los padres, unos padres enfadados con la hija, un chico mostrando indeferencia con el resto de lo que parecía su familia...
No, hoy no voy a escribir sobre hadas de bonitas caras que me tienden la mano en la puerta de un enorme castillo, ni de enanos gruñones caminando a la par por los pasadizos de una cueva rodeados por una ciudad enorme a la que nunca ha llegado la luz del sol. Hoy no voy a disfrazar historias ajenas... ¿no es bastante interesante ya solo con observar las puertas abiertas durante unos segundos?
Pero sí disfrazo mi propia historia, ya que no es nada interesante y tengo demasiado miedo a contar las verdades sin pintura. Curioso, tengo miedo a que se conviertan en realidad mis sueños más intimos... por suerte en Madrid nadie pregunta, y pude caminar bajo las estrellas sin miedo a que me juzgaran, total, ya se lo que me iban a decir. No por llamar mucha veces cobarde a alguien se consigue que sea más valiente.
Adelante, escribe