Llevo media hora buscando una música que me ayude a escribir, que saque fuera lo que llevo dentro y de forma a las palabras que por si solas no me salen. Y sigo sin encontrar algo que me haga sentir el "siií tio, ¡eso es!", así que lo intento a cappella.
Ayer estaba sentado en un pub irlandes en pleno centro de Leganes (madrid), a escasos 300 metros de mi casa, y me vino a la mente ese pub irlandes en pleno centro de Newbridge (condado de kildare, Irlanda) a escasos 1452 kilometros. La cerveza era la misma, pero no sabía igual; el clima era el mismo, pero no sentaba igual; aquí con mis viejos amigos y allí con algunos nuevos.
Y se me vino el mundo encima, suena catastrófista... pero de golpe me sentí un poco atrapado. Hay cosas en mi vida que no me gustan, y lo peor es que me estoy dejando llevar por ellas. Estoy simplemente dejando pasar el tiempo, y eso no es; "nadie va a hacer nada por ti, hazlo tu mismo", no paro de repetírmelo. Que la gente se conforma con menos, bueno, yo tengo claro que no. No puede seguir todo igual.
Hoy me he sorprendido, solo en casa, en una de esas rutinas dañinas... y me ha costado un esfuerzo enorme separarme de ella, levantarme y caminar a cualquier otro lugar de la casa para darme un respiro. He acabado en el baño y me he mirado en el espejo.
Tras varias semanas, por fin me he puesto a ello y me he afeitado... una de las ventajas que tenemos, es que cuando te afeitas después de un tiempo parece que hay una persona distinta al otro lado del espejo. Mientras los restos de pelos corrían en espiral hacia el desagüe me he tirado al suelo a hacer algunas flexiones, para sentir ese agradable dolorcillo que hace tiempo que no experimento, y que es mucho más agradable si te espera una ducha caliente. Ya desnudo, recuperando el ritmo de respiración normal, he escuchado el sonido del agua cayendo desde la ducha hasta el plato, y me lo he vuelto a decir.
Algo debo cambiar.