"La única ventaja de jugar con fuego es que aprende uno a no quemarse." Oscar Wilde
Juro que no estaba jugando con fuego... pero me he quemado... y lo que es peor es que hablo de forma literal, mi dedo meñique derecho ahora palpita.
Eso pasa por hacerse la cena mientras juega tu equipo de futbol, que uno no está en lo que tiene que estar ¡ay mi pobre atleti! Que llevo desde los 6 años apoyando esa camiseta rojiblanca y que pocas veces he podido celebrar títulos. La verdad es que mi lealtad en esto es un poco voluble, eso de que ellos ganen y yo no me lleve unos eurillos como compensación por sufrir, pues como que le resta gracia a que ganen, y al final me veo animando al Barça, al Chelsea y al Inter, que me llevo lo mismo y al menos me dan alguna alegría más. La verdad es que así dicho, sueno a mercenario de los chungos.
De todas formas, razón tenía el entrenador de rugby de la universidad (alguna vez que me encontró trabajando en el entrenamiento de los de futbol sala), "el rugby es un deporte de bestias jugado por caballeros, y el futbol es un deporte de caballeros jugado por bestias". Nunca he entendido estas pasiones tan virulentas por un equipo de futbol, tanto que la gente se moviliza por ellos como no se ha movilizado por la crisis económica o por la situación lamentable de la clase política. La gente vitorea a 22 jugadores que se empujan, se entran duramente, hacen teatrillo y no siempre corren todo lo que debieran... para mi es sencillamente sorprendente.
Supongo que una pasión es realmente importante para aquel que la vive, y el que está fuera nunca va a entender el porqué derramar lágrimas cuando tu equipo ha perdido tal o cual partido, o desciende o se ha quedado a las puertas de ganar un trofeo, un triste trozo de metal que la inmensa mayoría no verá jamás y que luego acabará almacenado en alguna triste sala o en una estantería sólo iluminada unas horas al año. Seguramente yo también tendré mis pasiones, pero no me doy cuenta porque son mías, y no entenderé como para otros es algo tan absurdo. Si bien es cierto que creo que el ser humano, por naturaleza, no vale demasiado, a veces me asombro de lo complejo que podemos llegar a ser.
Me quedo con un retazo de conversación de "El secreto de sus ojos":
- Escribano, ¿que es Racing para usted?
- Bueno, una pasión Robledo
- ¿Aunque hace nueve años que no sale campeón?
- Una pasión... es una pasión
- ¿Te das cuenta Benjamín? El tipo puede cambiar de todo, de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios... pero hay una cosa que no puede cambiar Benjamín. No puede cambiar de pasión
Adelante, escribe