Camino en silencio, que por una vez no ahoga, ahora simplemente me acompaña, me protege. Siento tus suspiros, apenas audibles para quien no quiere escucharte, piso el suelo levemente, no hago ruido, no es necesario, no quiero que me descubras todavía. El aire acompasa mis movimientos, dejando que fluya entre las hojas y cubriendo mis tenues pasos.
Nacido bajo el signo del fuego. Con su marca en el alma. Dentro de mi hay un rugir constante. Fuego. Mis instintos se mueven con fuerza. Golpean la pared interna de mi ser. Se rompen las compuertas. Ardor.
LLego a tu lado sin hacer ruido y un leve gesto de tus ojos me indican que has percibido mi presencia, que me permites acercarme, me siento a tu lado respirando suavemente, temiendo romper el lazo con el que tu mirada ha capturado a la mia. Tus manos rodean mi cintura y acarician mi espalda.
El dique se ha roto. Pasión sin barreras. Los musculos en tensión. Mis labios recorreran tu cara, bajarán por el cuello. Te besaré con ansia, bebiendote, saboreandote. Tu contacto. Dejaré que tus manos me guien, me indiquen el lugar elegido. Sentiré tu calida piel contra la mia. Lloraré lágrimas de fuego sobre tu pecho. Seguiré explorando. Descubriré rincones de piel vedados a otros conquistadores. Tomaré tu cuerpo y tu tomarás el mio. Deja que desate mis instintos. Dejame complacerte. Dejame amarte. Hasta que el fuego se consuma, hasta que la tormenta pase. Mi alma, mi vida, mi propia esencia alimentará mis fuerzas hasta la extenuación.
Y cuando todo acabe, que la calma reine en nuestro paraiso y la frescura y la tranquilidad ganarán terreno a la pasión. El cansancio tomará posiciones y nos abrazaremos... sea quien sea el que rige el mundo, que escuche mi súplica: "dejame fundirme con ella".
Adelante, escribe