Tu espada cosquillea mi garganta, justo para que apenas mane un hilo de sangre. La afilada hoja de tu mirada me mantiene preso contra una pared invisible, formada unicamente con la atracción que supone perderse en la profundidad de tus ojos.
Se que para tí no soy más que un grano de arena en la playa, algo minúsculo en un mundo lleno de poderosos acantilados y furiosas olas. Me miras, ajena a lo que eso significa para mi, como si nada sucediera. Sólo yo se que estoy entre la espada y la pared. Te sonrio, sin dejar traslucir mi interes, sin demostrarte que me tienes atrapado, quizás con la vana esperanza de que si no eres cosciente de la situación no podrás empujar la afilada hoja contra mi.
Cada noche, en mi soledad, limpio la sangre y curo las heridas. Contando cicatrices mientras me debato en la duda de pedirte un dia completo conmigo para conquistarte, que tus labios derriben los muros que me confinan.
Sólo 24 horas. Despues, si no he conseguido uno de tus besos, podrás apretar el filo sin miedo...