El viento me ha susurrado que al final del camino hay un bosque.
Allí se encarga de mecer las ramas de altos y frondosos arboles que acogen con una alfombra de hojas amarillas a todo aquel que se sienta digno de cruzar el linde. Te acunan y protegen del frio y del ruido, así como del calor o del tenebroso silencio. Sus ramas se entrelazan ofreciendo cobijo a miles de animales que te ofrecen la compañía ausente de la vida en ebullición.
El reloj deja caer los granos de arena segun prefieras, estancandote en una eterna primavera de vida o un romantico invierno de calidas hogueras. No importa si quieres saltarte el nostalgico otoño o el caluroso verano, el tiempo cumple tu mandanto... nunca más habrá prisas, tensas esperas o fatales retrasos.
Cuando te internes en el bosque podrás saciar tu sed en un cristalino y caudaloso rio, su agua corre con fuerza arrastrando la suciedad y el polvo que traías de fuera del bosque. No temas, ya que hay innumerables vados que ofrecen seguridad y fresco reposo a lo largo del recorrido. En la noche, cuando sólo la luna alumbra los caminos, descubres uno de los tesoros del bosque, ya que el agua parece transformarse en plata.
El mejor terreno será para la casa que decidas construir. En el margen del rio, rodeado de arboles frutales, una sencilla edificación de madera con puertas sin candados protegerá tu descanso en una mullida y suave cama... ¿sabes lo mejor de todo? que tu estarás allí, al fin y al cabo, mi paraiso no puede estar lejos de ti... quizás así por fin te reconozca.
Jop. Yo quiero un paraiso así...
Jajaja, a mi sólo me falta la chica del final. Todo el resto es cuestión de voluntad...