Ya puede derrumbarse el cielo sobre mi cabeza, ya puede el mar tragarse la tierra que ahora piso, ya pueden los bosques tomarse la revancha y recuperar su hogar... seguiré buscando. Sea lo que sea lo que me espere.
Como el que sigue a una persona en largos corredores llenos de esquinas que doblar, sin más guía que un retazo de tela revoloteando decimas de segundo antes de desaparecer.
Fugaces pistas que te llevan de un lado a otro. Corriendo. Jadeando por el esfuerzo. Notas la cabeza embotada, como si estuviera llena de algodon. Da igual, no duelen los tirones, ni los arañazos, ni los golpes... cuando pares ya habrá tiempo para el dolor, ahora no.
Saltas por largas escaleras, bajando los escalones de cuatro en cuatro o de tres en tres, demasiado ocupado como para contar o mirar. Tropiezas. Da igual, ahora solo hay una meta.
Quizás estés ganando terreno, pues cada vez ves más tiempo la tela, incluso crees haber vislumbrado la figura que la porta, tu destino, corres con renovadas energias. Aunque algo en ti no deja de avisarte... igual que te acercas, puedes alejarte, cada paso es una posibilidad de hacerlo bien o mal, de avanzar más o menos.
Da igual, no pierdes de vista ese fugaz trozo de tela.
Y tanto trabajo por un trocito de tela, jajaja.
Ya me dejo de bromas ... te ha salido muy bueno el post, me ha gustado mucho la descripción. Excelente.
Un abrazo.
A veces un trozo de tela es suficiente :P.
Un abrazo