Ya ha recuperado parte del color que hace 3 años perdió de golpe. Recuerdo como esos dias todo parecía más gris, tan sólo el rojo resplandor de las velas en la estación de Atocha (única por la que pasaba, casi a diario) era capaz de dar una pincelada.
No olvido como cada vez que tenía que coger el tren y miraba a la zona del "altar improvisado" en la propia estación veía caras nuevas, la mayoría cubiertas de lágrimas, otras murmurando quedas palabras (despedidas a conocidos, a desconocidos, rezos...).
Tampoco puedo dejar de recordar las muestras de cariño de medio mundo, las silenciosas conentraciones en Alemania o Francia, el apoyo de sudamerica, la comprensión de EEUU y de algunos paises arabes.
No voy a hablar de politica, ni voy a escribir un emocionado relato en el que desnude lo que en su dia sentí, ni a buscar las lágrimas faciles contando la experiencia de ese dia para varios conocidos o el dolor de las familias de dos de mis compañeros.
Hoy sólo quería decir que ya han pasado tres años, pero hay cosas que no cambian.
Creo que es un claro ejemplo de que no siempre el tiempo todo lo cura...
No creo que el tiempo cure demasiadas cosas... si acaso enseña a vivir con ello :). Es el mejor maestro que podemos encontrar, tiene muuucha paciencia.
Un abrazo.