Acostumbrado a mares de palabras, a embravecidos oceanos de prejuicios, sufriendo en mi pequeña barca las salpicaduras de las criticas y de las dificultades. Luchando dia y noche contra olas enormes de conformismo en mi barco de inconformista. Ahogandome en profundas fosas para ser rescatado en el último momento por milagros de desconocidos en mitad de inmisericordes tormentas de afiladas lenguas.
Buscador incansable en densos bosques, sin miedo al cansancio, sintiendo los musculos tirantes en el extremo esfuerzo como dolorosas recompensas al final del dia. Correr, sentir el sabor metalico de la sangre en la garganta, el rugido sordo del corazón en el pecho, como el poderoso resonar de tambores de guerra.
Soñando con volar libre en un cielo gris y rojo, de sueños recien nacidos y de expectativas presas en carceles del cristal más fino. Con un mapa de ciudades que visitar en el eterno batir de las alas de la libertad, de pequeños parajes donde descansar de las duras corrientes de aire, de secretos lugares donde alimentar la esperanza que mantiene vivas las alas.
Y ya no se lo que quiero. Te pienso y me confundo. Los mares se convierten en dulces lagos de tranquila apariencia dispuestos a tragarme hasta el fondo. El bosque se cierra, todos los arboles dan a luz poderosas ramas que se entrelazan para cerrarme el camino. El aire se espesa y los relampagos iluminan el horizonte negro en pleno dia.
Debo sentarme, y curar los cortes de mis manos, producidos por los aparejos de navegación. Lamer las heridas de mi hocico, quitar las espinas de mis patas. Colocar las plumas de las alas, quitar la suciedad que el miedo ha pegado con ahínco. Me recostaré en el dorado árbol de la experiencia, para que sus hojas me protejan del sol y de la lluvia. Volveré a surcar los mares, volveré a partir los bosques en carrera y volveré a aspirar el aire frio de las alturas.
No voy a decir que sin ti me muero, fue una promesa que nunca llegué a cumplir antes (nisiquiera se si te conozco o si todavía no nos hemos cruzado), aunque contigo las frias y humedas noches en alta mar serían más calidas, los dias sin caza serían menos solitarios y las tormentas más livianas...
Me encantan las fotos que has escogido para ilustrar el post.De verdad.
Y sobre todo la reflexión final de tumbarse bajo el árbol dorado a descansar,reponer fuerzas y comenzar de nuevo.
Un abrazo!
Jen
Me encanta la fotografía, lastima que estas haya tenido que tomarlas de internet... ya me gustaría poder escaparme por parajes así :).
Respecto lo de reponer fuerzas, he decidido no amargarme por nadie :), hay muchas cosas por hacer :).
Un abrazo!
(y gracias de nuevo)
Qué hermosas imágenes y qué hermosas palabras.
Un placer volver a leerte después de tanto tiempo de no pasarme por aquí. Las cosas de la vida ya sabes... La realidad que a veces nos llama y nos aleja.
Saludos!!!