A un par de dias de volar para Irlanda me he escapado a la urbe madrileña... y la libertad que eso supone. Pero hoy es un dia atípico.
Ya en el tren me he dado cuenta de que, a pesar de que los escenarios serían los mismos, la gente no. Algunos forofos de la selección española han entrado en el tren, solos o en parejas, con camisetas que evidenciaban sus preferencias del partido de esta noche. Despues de varias paradas y cuando en el vagón ya sumaban la veintena de forofos con sus camisetas y banderas, ha entrado un personaje peculiar, haciendo carreras consigo mismo con un carro de la compra lleno de sus propios pertrechos (supongo que retazos de una vida), y se ha dedicado a saludar, uno a uno, a todos los que lucian la roja camiseta. Al acabar con el último, ha gritado "viva a España... a por ellos"... y buena parte de los encamisetados han coreado el popular himno futbolistico, durante lo que quedaba hasta Atocha.
Allí suele empezar mi ruta, saliendo por la glorieta del emperador Carlos V, camino cruzando todo el paseo del prado, hasta las Cibeles, y desde allí giro por Gran Via. Llegando a Callao hago la habitual ronda de "Casa del libro", "Fnac", Puerta del Sol, (aquí había solía desayunar en un dunkin donuts en la calle mayor... pero lo han cerrado y en su lugar me siento en el Starbucks de Callao), y bajo hasta el palacio real. Y o bien voy hasta la estación de principe pio a coger de nuevo el tren, o bien me dedico a perderme por alguna de las cientos de calles que salen de mi recorrido habitual, para recordar viejos tiempos.
Y hoy no había ese color gris tipico de Madrid, de la gran ciudad. Hoy había miles de banderas españolas ondeando en balcones, en coches, gente con la camiseta de la selección y con banderas de todos los tamaños. Aficionados con la cara pintada en rojo y gualda. Cánticos, gritos... mira que a mi, que no soy ni especialmente futbolero, ni nacionalista (los nacionalismos son el invento más absurdo), todo esto me llega hasta a emocionar.
Pocas veces se ve a la gente tan unida, y generalmente son en momentos bastante tristes (la última que recuerdo, el 11m)... asi que lo de hoy me ha sorprendido... seguro que casi tanto como a las decenas de miles de turistas. Hoy Madrid no tenía ese color gris tan emblemático de sus largas calles, de sus imponentes edificios que te miran con siglos de experiencia y casi parecen despreciar las efímeras vidas que suponemos a su lado. Hoy no era la bestia herida que deja que paseemos por sus calles guardando silencio, hoy era un lugar vibrante, caluroso y colorido. Muy colorido.
Adelante, escribe