Por lo que voy a decir se me va a catalogar de raro... como poco. Pero bueno, uno ya esta acostumbrado a ciertos juicios de valor, y viene a darme un poco igual, como todo el mundo tiene derecho a emitir su opinion, simplemente acepto lo que me dicen sin por ello llevarme las manos a la cabeza. Ya luego valoro si es importante o no.
Me encanta los momentos siguientes despues de sufrir un pequeño accidente manual. Pequeño, claro. Hoy estaba haciendo unas cosillas con un cutter, y no he podido evitar un pinchazo en el dedo y un corte de un par de centimetros. Y ahora viene el porqué me gusta. Levantarme de un salto y seguir metodicamente una serie de pasos, con una sola mano abrir el grifo del baño y poner la herida debajo para que vaya limpiandose de sangre, mientras esta fluye mantengo un chorrito de agua para que al terminar quede limpio. Mientras tanto, de cuclillas busco el bote de alcohol con la mano que acaba de abrir el grifo.
Cuando lo encuentro y me echo el alcohol en la herida el acentuamiento del dolor me hace sentir que somos extremadamente fragiles, y eso me alienta a vivir. Tan fragiles que un simple golpe puede hacer que toda una vida se esfume, el dolor te recuerda que estás vivo y pienso que la vida no puede durar mucho más... apenas un suspiro en el eterno fluir del tiempo. ¿Como no empeñarse en disfrutar cuando somos conscientes de que el momento es efimero? Es como en el parque de atracciones, hay gente que prefiere cerrar los ojos y dejar que todo pase, sentir lo que llegue y punto, otros los mantienen abiertos, y en cada curva o rampa levantan los brazos para que la sensación sea mayor... y otros nisiquiera se montan.
Despues de echarme alcohol, secar cuidadosamente para no manchar de sangre las toallas, descartar los kleneex porque dejan particulas de papel adheridas en el corte. Y coger, una tirita, abrir el envoltorio con una mano y aplicarla. Todo en silencio, sin dudar en ninguno de los pasos. Sin que el dolor pueda traspasar las barreras del dramatismo. Lo que me lleva a pensar que el ser humano puede ser tremendamente metódico, capaz de doblegar un sistema complejisimo de venas, musculos y huesos, de emociones y sentimientos.
Y el dolor ocasional que recorre la herida y la parte afectada, en este caso la mano. Para que no olvidemos que la vida es efimera, que tenemos que disfrutarla con los ojos abiertos y que podemos porque somos dueños de nosotros mismos.
Adelante, escribe