La ciudad duerme bajo un manto blanco, translucido, de finas gotas de agua.
Unos pasos amortiguados por la humedad del ambiente resuenan en calles desiertas de trafico, de gente. Tan sólo unas sirenas lejanas que acuden a una emergencia disturban lo que podría ser una tranquila noche de Otoño.
Las luces del exterior apenas logran dar una palidez mortal al ambiente. Al mirar al cielo solo se puede ver una masa blanca y gris, ocultando nuestras vidas a las estrellas curiosas y a la luna soberbia. Así no pueden recordarme viejos pactos.
El sudor resbala por el cuello, los brazos, las piernas... pegando la camiseta a mi espalda, una segunda piel hecha de tela. El jersey me asfixia, en realidad, todo me asfixia... un lejano instinto lobuno surge en lo más profundo de mi humanidad. Necesidad de correr, libremente, sin destino, sin correas... pero me mantengo anclado por las obligaciones y los compromisos.
Los musculos claman acción, adrenalina. No han tenido suficiente, quieren más, quieren atender a esa llamada del instinto primitivo, quieren hacer desaperecer al humano, a sus necesidad, y convertirse en algo sin normas, ni leyes, ni grilletes, ni cadenas.
Y el ruido del tráfico te saca de las ensoñaciones, y te ves irremesiablemente atado a la condición humana...
Buenas!!!
Muchos de tus escritos me recuerdan a canciones de Sinkope... en este caso me ha recordado a la canción " Y pare Madrid..."...
Dejo el link por si a alguién le apetece verlo...
http://es.youtube.com/watch?v=5E7bXdnMF0Y
Nos vemos ;)