"Cumplamos la tarea de vivir de tal modo que cuando muramos, incluso el de la funeraria lo sienta." Mark Twain
No quiero ser sensacionalista, pero hoy he estado a punto de morir 2 veces.
Bueno, vale, sí. Es sensacionalista. Un poco al menos. Bueno, va, mucho.
El caso es que han hecho obras en mi edificio, y el portal ha estado 10 días cubierto de polvo. La persona que se acerca un par de veces a la semana a limpiar ha estado desde primera hora de la mañana limpiando a fondo, con tan mala suerte de que el desgraciao de turno (yo) ha tenido que ir a trabajar pisando parte de lo fregado.
Entre las prisas, bajar los escalones casi de puntillas para no cabrear a la mujer que me miraba acusadora con la fregona (de aspecto macizo y doloroso) en la mano y los escalones casi pulidos, he perdido estabilidad, mis pies han querido ir bruscamente por delante que el cuerpo y he bajado 8 o 9 deslizándome en un precario equilibrio (hasta que se ha acabado la escalera y he tenido rellano suficiente como para frenarme). Ahora me lo tomo a coña, quizás más por alivio nervioso que por ganas de bromear, pero he temido por un momento contraer la seria enfermedad de desnucarse. No es la primera vez que oigo que un conocido de tal o cual persona ha resbalado por las escaleras, cayendo de espaldas y matándose en el momento. No es que sea una causa común de mortandad, así que estoy siendo completamente amarillista, ¿pero no hubiera habido la posibilidad de que finalmente la parte inferior de mi cuerpo hubiera salido disparada hacia delante, como consecuencia la parte superior hubiera salido disparada hacia atrás, mi nuca hubiera encontrado el borde de algún escalón, y hubiera dado trabajo extra a la pobre mujer que acababa de limpiar con tanto esmero la escalera? Posibilidad hay, mínima, recóndita, pero la hay.
La otra ha sido al cruzar un semáforo en verde para peatones y en ámbar parpadeante para conductores (que si no ha cambiado desde que me saqué el carnet viene a dar prioridad absoluta al peatón, pero que si no hay ninguno, los vehículos pueden pasar aunque el muñecajo esté en verde). Debe ser que, o bien estoy equivocado, o bien que el conductor se ha despistado, porque me ha tocado salvar de un salto los dos metros que me separaban hasta la segura acera. A parte de estar cruzando por un semáforo en verde, el conductor giraba a la derecha (más razón para que yo tuviera prioridad), se le ha olvidado poner el intermitente (que es en lo que suelo fijarme cuando cruzo por ese semáforo) y ha girado en el último momento (por lo que, confiado de que la furgoneta no iba a darme problemas, he cruzado).
Después de pitarme (tarde), y vocearme, y pararse para insultarme. Me he tenido que parar yo también y girarme, que ciudadano tranquilo donde los haya iba a dejar correr el asunto como un despiste sin consecuencias... hasta que me ha mentado a ciertos familiares relacionándolos con profesiones poco lícitas (vamos, que me ha salido un "joputa tu"). Me ha dicho que no ha visto el semáforo de peatones, pero dado que el suyo no estaba en rojo, no veía razón para parar su furgoneta (en ese momento me ha venido a la cabeza el dicho de mi profesor de autoescuela cuando, hace años, me daba la última clase antes del examen: "bienaventurados los que creen en los pasos de cebra, porque serán los que antes vean a Dios")...
Veo absurdo intentar hacer entender la normativa compleja de los semáforos en ámbar parpadeante (que no sabía que era compleja, pero por lo visto trae debate) a un tipo con tan pocas luces como para insultar a alguien que no quería problemas y que le saca 20 centímetros y 30 kilos. Si no puede comprender el "tio, ha sido un despiste y nadie quiere profundizar en eso, ¿para que insultar y buscar el conflicto con un tipo más grande? Sigamos con nuestras vidas", ¿cómo explicar otras cosas donde influyen códigos más complejos que el del simple sentido común?... pero soy un caso perdido y he intentado explicarle que si el semáforo está en verde para mí, yo cruzo con toda la prioridad del mundo... que si intenta girar a la derecha para incorporarse a una nueva vía con peatones cruzando, yo tengo toda la prioridad del mundo incluso sin las amigables lineas del paso de cebra... mientras estábamos en eso, y el tipo me seguía voceando, ha llegado una horda de jubiladas para increparle porque lo habían visto todo, así que ha subido al vehículo y se ha esfumado (con lo que deduzco que un puñado de jubiladas dan más miedo que yo, y no se si alegrarme o llorar).
El caso es que, ya llegando a mi destino, he visto unas escaleras, y, como el perro de Paulov, he asociado escaleras con desnucarme, y eso con lo del incidente en el semáforo. Tampoco ha sido un peligro excesivamente alto, pero me he salvado de llevarme un buen golpe gracias a los reflejos de saltar hacia adelante al ver por el rabillo del ojo la inmensa masa blanca girando a toda velocidad, y por golpes más tontos ha fallecido gente.
Mi conclusión de hoy: Somos infinitamente frágiles. Uno va un segundo pensando en algo (en un informe que hay que entregar y con el que voy jodio de tiempo, en cambiar de horario de salida para no pisar siempre el suelo recién fregado, en las ganas de encender el kinect y probar tal o cual juego, en si es conveniente escribir o no un mensaje a tal persona...), y al segundo siguiente puedes dejar de pensar. Y todo lo que hemos hecho antes se evapora, y ya no queda un después para hacer cosas. Y las palabras que quedan por decir, se quedarán por decir. Y los abrazos por dar, se quedarán sin dar.
Hace tiempo que perdí el miedo a morir, porque sólo será un momento y ya nada importará después, pero lo que me surge es un miedo aterrador a no saber vivir.
Adelante, escribe