"Ahora: una palabra curiosa para expresar todo un mundo y toda una vida." Hemingway
(tiempo de lectura medio estimado: 1 min y 30 seg)
Se lleva el vaso de cerveza hacia esos labios finos que, sin necesidad de maquillaje, brillan con un rojo que me ha atrapado desde el principio. Sus ojos azules, grandes y redondos (casi irreales) me miran por encima del borde de cristal. Sonrío. Aparta el vaso y me sonríe, consciente de que voy a preguntar por tercera vez si me deja hacer una fotografía de sus ojos para mi blog. Arruga la naricilla para decirme que no de nuevo. Suplico entre risas que sea mi musa por una noche. "No quiero que dentro de un par de días, cuando volvamos a ser desconocidos, sólo sea una fotografía que acompañe a uno de tus textos". Lleva el flequillo cogido con 2 pinzas pero un oscuro mechón rebelde se escapa, curvándose en la mejilla. Me quedo mirando mientras pienso en el contraste con su piel clara.
Una de sus manos, finas y de dedos largos, se acerca a mi cara, y con el indice recorre la cicatriz de mi frente. "Una herida de guerra". Niego con la cabeza. "No importa la verdad, sólo haz que suene interesante. Eres escritor". No lo soy, intento advertirla. Me da 5 minutos de ventaja. Se levanta. La sigo con la mirada. Lo sabe. Su vestido blanco, sencillo, largo, que acaba de estrenar, ondea, insinuando brevemente el cuerpo que hay debajo.
Ya no alcanzo a verla. Me siento solo por un momento. Una voz femenina, grave y profunda, sigue cantando en directo al ritmo de una guitarra. Por primera vez en toda la noche me paro a escucharla. Es una canción triste, intensa. A mi alrededor algunas caras emocionadas parecen absortas, ajenas a su entorno, cómo si la música les hubiera hipnotizado. Finalmente miro hacia la calle, una calle completamente desconocida a través del ventanal, a oscuras ya, por donde no cruza nadie.
Una mano se posa en mi hombro, me despierta de mi ensoñación. Noto sus labios sobre mi mejilla. Me giro y me encuentro con su sonrisa. "Tienes que contarme cómo te hiciste esa herida de guerra". De haber tardado unos segundos más quizás no hubiera podido salvarme de mi particular abismo. Por suerte tengo una buena historia que contar.
Adelante, escribe