La siguiente historia es cruda y cruel, quizas lo peor que he tenido que escribir en mucho tiempo, superando con mucho a varias historias de ficción... pero la vida real, a menudo, supera a la imaginación.
Desde hace unos años he estado viendo con cierta asiduidad a una chica en la estación de Leganes Central (Tren y Metro), una chica bonita, aunque su pelo desmañado, su palidez, las ojeras y una extrema delgadez lo ocultaban a quien no mirase con atención.
Siempre que me preguntaba si tenía algo suelto, acababa por darle un par de euros, ella sonreia y me daba las gracias. Alguna vez, cuando llevaba una rosa para C. y me la encontraba me decia que parecía todo un principe... me alegraba un poquitin el dia.
Hace ya mucho que no la veo y he preguntado con curiosidad a una monja que me habia dado clases y a la que he visto esta mañana. Yo mismo la dije que en mi antiguo colegio podian darla de comer, que alli reparten comida. Mi antigua profesora me ha contestado que esa chica hacia mucho que no aparecia. Y me ha contado algo que me ha dejado un poco de mal cuerpo.
Tiene (no quiero pensar en pasado) 22 años, con 15 se metio en las drogas y se acabo pillando con el camello que la abastecia. Con 16 años se acostaba con él y con sus amigos por la dosis diaria, a los 18 se fue de casa porque sus padres "la atosigaban" para que lo dejase. Algo debió pasar porque "su" camello dejo de recibir droga y ambos se vieron sumidos en una vida que no les ofrecia ni oportunidad para salir de alli, ni un metodo facil para seguir dentro.
Fueron pidiendo y robando en los supermercados para salir adelante y despues de 4 años, siguen (hasta hace dos meses asi era) de mal en peor. Sin trabajo, sin casa y sin dinero.
He hablado con muchos indigentes, ofreciendoles un oido que les escuchaba y una de las frases que más me han marcado fue: "Lo peor de todo no es darte cuenta de que no tienes nada, lo peor es saber que bailas constantemente con la muerte. Nunca sabes si llegaras a mañana".
Adelante, escribe