Advierto antes de nada que probablemente sea algo desagradable en este post. Suele pasar cuando llegas al límite y toca descargar el deposito, llenado pacientemente en muchos frentes abiertos. No me responsabilizo de lo que pueda escribir una vez abra el grifo. Allá va.
Toca hablar del honor, del orgullo, del ¿Qué dirán? o de cómo cojones quieras llamar a esa estupida manía de no ceder, aún cuando sepamos que no la tenemos todas con nosotros.
En los libros de Arturo Pérez Reverte se encuentra perfectamente definido ese sentimiento, por eso admiro tanto sus obras y disfruto leyendo como los tercios españoles aguantaban en Flandes lo indecible o como recibíamos descargas por parte de los buques ingleses en la lucha por lo mares del s.XVII y s.XVIII sin arrugarnos a su superioridad de medios.
Entonces, ¿Por qué califico de estupida manía algo que es capaz de encender el animo hasta del más cobarde, de avivar el respeto y admiración (más o menos merecido) por gente que no conozco?
Vale, dejemos de lado a los enemigos, gente que no conocemos y contra la que es relativamente fácil morir matando. Y ahora los cambiamos por seres queridos, a los que vemos a menudo, con los que convivimos estoy hasta los cojones de escuchar: si hago eso mi hermano quedará por encima mía, no puedo darle la razón ahora o creerá que ha ganado, yo tengo razón y a quien no le gusta que se vaya y podría seguir con una lista muy muy larga. Por no hablar de las veces en las que el silencio es más elocuente, gente incapaz de hablarse para no quedar por debajo, por no reconocer alguna vez en su corta vida (estamos 4 ratos y jodemos 3 con gilipolleces) que se ha equivocado.
Lo veo a diario y estoy harto. Por no reconocer un error eres capaz de hacer daño a un ser querido, ¿tanto vale tu puto orgullo? Está bien, ahora jugamos a hacernos las victimas, a encerrarnos en nuestra fortaleza y a demostrar que somos los que más casta (o cojones, o como quieras llamarlo) tenemos. Da igual el ámbito, las fortalezas existen entre las familias, amigos, parejas, compañeros de trabajo o clase sólo hay que fijarse un poco, aunque no seas el protagonista se pueden ver de lejos los castillos levantados.
Normalmente cedo, por eso reviento ahora, y concilio poco a poco. Se que es inútil razonar en estos casos y lo mejor es comentarlo cuando todo haya pasado. Y lo comento, a menudo, para las paredes, porque nadie cree que es demasiado orgulloso y todos achacan el que ceda siempre a que son más listos y que yo nunca tengo razón (la tendré a veces, ¡como todos!).
Ya es hora de dejar el orgullo para sacar la casta cuando hay que sacarla, para enfrentarse a los retos y para mejorar nuestra calidad de vida y nuestra calidad de persona. Así que si te has creído lo que he dicho, que sepas que se puede encauzar para hacer aquello que te propongas, una carrera, escribir un libro, mantenerte firme ante las criticas ajenas infundadas y adversidades para ayudar a los que lo necesiten. Mantener tu posición de forma estoica donde realmente hace falta valor para mantenerte, ¡ese es el verdadero orgullo!.
Si no me has creído, si quedar por debajo de alguien te molesta y crees que simplemente soy un cobarde, que ceder y pensar de verdad en las críticas, analizarlas y encajar los posibles golpes es una gilipollez, espero que tengas suficientes víveres en tu fortaleza, a mi se me acabaron y tuve que salir con la cabeza gacha.
Bueno, si he comprendido bien el post se trata de que eres una persona que prefiere defender sus ideas o puntos de vista sin el acaloramiento del momento, y dejar que las aguas vuelvan a su cauce para razonar, a ser mas terco que el otro y terminar siendo el que más levante la voz (cosa que a algunos les parece que es llevar más razón)o simplemente a ser el ultimo en hablar (que tambien tiene su aquel).
Si es eso lo que intentas aclarar, me parece que hay que tener mucha "casta" (en mi pueblo son cojones) para ser capaz de hacerlo y no por ello se queda por debajo ni mucho menos.
Ser dialogante y capaz de contener la efusividad es más que admirable, pero claro, no siempre se puede, y volviendo a lo anterior, no el que tiene la ultima palabra ni el que grita más tiene más razón. Y claro, somos humanos, nos equivocamos, y otras veces, no podemos ser dialogantes y saltamos como fieras ante situaciones que no lo merecen, pero eso es mas que normal. Es lo de la gota que colma el vaso, tragamos y tragamos con situaciones insostenibles y en la mayor gilipollez nos revolvemos y atacamos con toda la artillería, y que? a veces hay que desahogar y eso es justificable, quizás en el peor momento y con quien menos culpa tiene, pero a todos nos pasa. La virtud está en que después, cuando todo se calma, ser capaz de reconocer que no se ha tenido razón y llegado el caso, pedir perdón. (algo, que todavía es más dificil que saber esperar a que el otro baje del púlpito y estando a la misma altura razonar).
En un mundo de color y fantasía, lo idilico sería no ofuscarnos, respetar el criterio del otro y reconocer su parte de razón sin que nos chafen la nuestra, respetando y siendo respetados, pero claro, este no es ese maravilloso mundo, aquí a veces hay que enseñar los colmillos de vez en cuando para que no te pisen la chepa y nos tomen por cobardes por no querer enseñarlos.
Es verdad que a veces molesta muchísimo cuando uno cree tener razón pero no es así.
Está bien que cada uno defienda su punto de vista pero sin llegar a agresiones verbales o físicas es algo horrible.
Y bueno en cuanto a lo de ceder creo que depende muchísimo de las circunstancias.
Es verdad que a veces molesta muchísimo cuando uno cree tener razón pero no es así.
Está bien que cada uno defienda su punto de vista pero sin llegar a agresiones verbales o físicas es algo horrible.
Y bueno en cuanto a lo de ceder creo que depende muchísimo de las circunstancias.
Bueno, ya me digno a aparecer por mi propio blog...
bamby: Presentas (creo) sólo la primera parte del problema que escribo. El acaloramiento del momento, el ser capaz de pedir perdon si nos pasamos. Pero lo verdaderamente duro es que una vez que ya ha pasado el momento y el perdon se ha diluido en el tiempo, no somos capaces de "bajarnos de la burra" y nos empeñamos en mantenernos cabreados por no ceder, aunque sea sin pedir perdon, aunque reconozcamos intimamente el error, lo defendemos sin ganas por no ceder, por no quedar por debajo. Comprendo que la gente se acalore, yo mismo no puedo evitarlo si llevo un mal dia y alguien tiene unas ideas que chocan con las mias... por eso procuro no hablar de cosas importantes en mis dias malos. Respecto a que me tomen por cobarde, que lo hagan si así lo creen oportuno... mordiendome la lengua para no hablar en plata, me importa bien poco que me consideren cobarde si yo mismo no me lo considero :).
Claudia Patricia: A mi no me molesta no tener razon, es más, suelo enzarzarme en discusiones para recibir argumentos que me hagan pensar. Cierto es que no siempre hace gracia, pero como decia nosequien (mi memoría es fragil, quizás fuese nietsche, no lo recuerdo, quizás las palabras no fueran las mismas, pero la idea es sin duda esa... me las aprendí hace unos años y las repetía a menudo): "Al final de cada dia se sincero contigo mismo, no dudes en ser cruel e inciso, reconoce con fiereza tus errores y admite la derrota, pues no es una derrota tuya exclusivamente, al igual que cuando eres sincero contigo mismo, sin trampas, y avanzas un tramo contra mismo, la victoria pertenece a la verdad".
Como le he dicho a bamby, no me importa que me insulten, es más, poco a poco me estoy acostumbrando a que así sea (:)) y tiendo a obviar esas palabras para centrarme en las que realmente importan, los argumentos, si no los hay, no me preocupa quien alce la voz contra mi. Y agresiones fisicas... solo apoyo la violencia de un tipo, aquella que está destinada a asegurar el bien comun y a la que se llega por conseso para mantener controlada y alejada de los usos personales del caciquillo de turno.
Ceder me refiero a reconocer los errores propios. Tambien hablo de otro cese, pero no de dar la razón al otro, simplemente de no entrar en disputas.
Un abrazo a ambas :).