El alcohol corría furioso por sus venas. Sus pensamientos eran inconclusos y parecían evaporarse si les dedicaba algo de atención. Pero una idea se empezaba a formar con absoluta claridad en el fondo de su ser, como el canto rodado que recorre solidamente un inconsistente lecho marino movido por la fuerza de la corriente.
Se dio cuenta de que existía y que era lo unico en su ser que no huía de sus vidriosos ojos. Se acercó con miedo a hacerlo desaparecer, pero se mantuvo allí, y el valor que el alcohol le otorgaba le susurraba que ahí estaba la clave.
Su cuerpo tambaleante ocultaba su ferrea determinación, se sentía extrañamente lúcido a pesar de que era cosciente de que la estabilidad de su fisico se hacía notar precisamente por su ausencia. Las palabras salían a borbotones por su entumecida boca, pero no podía optar por callarse ahora que veía todo tan claro.
Y descubrió que no eran las palabras las que brillaban. Y decidió guardar silencio aunque no olvidar.
Adelante, escribe