Miles de gotas de agua caen en silencio, se ven a contraluz de las tenues farolas. Cuatro banderas ondean a pesar del agua, pero el viento tiene suficiente fuerza para mover la humeda tela. Suficiente como para hacer inservible un paraguas. Algunas figuras se protegen en los soportales de la inesperada tormenta, una unica sombra atraviesa la explanada del campus, plagada de oscuridades. Un pequeño parentesis de paz en la ciudad.
El agua golpea contra los desnudos brazos, contra el cuello y el pelo, contra la cara. Cierra los ojos un momento y sueña. Nueve mil quinientos sesenta y uno con tres. Un parpadeo es suficiente para dar ese salto. Para sentir un cierto alivio. Para olvidar por unos momentos la lluvia. Casi puede sentir el dulce y calido sabor de sus sueños deshaciendose en un dia soleado, como un caramelo en la lengua.
No hay estrellas. Ni luna. Solo un puñado de farolas separadas por decenas de pasos. La ponzoñosa agua tardará todavía un rato en ser pura, y los rios que corren por su piel le arden en las heridas. Toma aire y sale de la petrea protección de un enorme edificio, allí el viento es racheado y tiene más fuerza, las gotas de agua desagradablemente calida parecen balas que rebotan contra su humeda ropa y dolorida piel.
Se esconde un poco más en si mismo antes de cruzar un rio artificial cuyo cauce seco suele llevar coches. Por un momento fantasea con enormes dragones que atacan a caravanas de caballos asustados, fantasea con ser un heroe, de esos que no se deshacen con el agua, sueña con liberar a la princesa, que le agradece el peligro con un beso. Rodea la fortaleza del malvado mago que le observa vigilante con sus hechizos, simplemente esperando para dar la orden a su fogosa mascota. La oscuridad es casi total, apenas brillan mágicas luces feéricas. Saborea, con evidente placer, la adrenalina, tensa los musculos, salta un charco de acido puro, balancea los hombros y asesta un fuerte golpe en el morro del monstruo, siente la calida sangre corriendo por sus brazos...
... el agua todavía le hace escocer los arañazos cuando dobla la última esquina. Ya queda poco para refugiarse en su hogar. Le gustan los dias de lluvia, hacen volar la imaginación, normalmente atada al suelo con las cadenas de la realidad. Aunque todavía piensa que ojala hubiera habido princesa que le diera un beso por liberarla. Total, un dragón escupefuego no es mucho más peligroso que los miedos que hay que afrontar dia a dia.
jo, estoy escribiendo un comentario a tu post un dia antes de que lo escribas...curioso eh?
"Total, un dragón escupefuego no es mucho más peligroso que los miedos que hay que afrontar dia a dia".
Vaya que sí, que vencer nuestros miedos es la peor de las batallas, pero también la más gratificante.
Un abrazo :)
bamby: vaya comentario tan trascendental :P. jajaja. Es problema del reloj de zonalibre. Si yo lo escribí a las 11:30 y tu contestaste cuarto de hora despues... es normal que estando adelantado dos horas, me escribas incluso antes de publicarlo (hablando de horas :P). Por eso es bueno saber que todo es relativo, jajaja.
Un abrazo
Jesslin: Si consigues vencer a esos miedos, si no, es la peor de las batallas y la más amarga de las derrotas!! Por eso es mejor no rendirse y tomar cada dia como una batalla que ir sumando a la guerra. Si ganas un dia, no ganas la guerra, pero si pierdes, tampoco pierdes nada.
Un abrazo!