Siempre he creído en los instintos, alguna vez he podido comprobar en carne propia el funcionamiento de esa poderosa idea que surge de lo más recóndito de la mente y que estás poniendo en practica antes de siquiera saber porque lo haces... y resulta que a menudo te lleva a buen puerto. Supongo que no es más que el subconsciente analizando muchos más datos de los que nos creemos capaces de captar y cotejándolo con experiencias que ya hemos olvidado en el pensamiento racional, pero que activa a la persona más allá del pensamiento de "primera linea".
Se que hay gente que tiene instinto predador en el ligoteo, me parece que si alguna vez lo he tenido ya se ha gastado... hasta tal punto que he tirado la toalla en ese aspecto y he decidido darme de tortas con otros retos más productivos. Tampoco gozo de ese extraño instinto que favorece a los más vagos en los examenes y que te dicen, minutos antes de entrar en el aula, las preguntas que se han estudiado porque está casi seguro de que va a caer... y ante el examen, iluso de ti que te has preparado los examenes de los 4 años anteriores, ves con una mezcla de odio y estupor que no tiene nada que ver con lo que sabes hacer, pero que extrañamente coincide con lo que tu compañero había dicho antes, ¿habrá sobornado al profesor? Ya puestos, se negocia el aprobado y no el examen, así que supongo que tambien existe ese instinto.
El sábado descubrí un nuevo instinto que me aflora de vez en cuando, el ser un urbanita empedernido. Tuve que coger un autobús que no había cogido nunca, para ir a una ciudad que no había pisado en mi vida, en la que hay un polígono industrial que ni sabía que existía donde un hotel ha decidido abrir sus puertas y en el que debía asistir a una conferencia. Sólo sabía que linea de autobús había que coger, ni idea de la parada, ni de la calle (confiando en que fuera un poligono cuadriculado y pequeñito, iluso de mi). Pues despues de media hora de autobus decidí bajarme en lo que parecía el poligono indicado, y descubrí que las calles se cruzaban en extrañas diagonales y curvas, con cruces cada 400 metros (una equivocación suponía un paseito)... hasta en tres ocasiones tomé un camino para, después de dar unos pasos, darme la vuelta y tomar, sin saber por que, otro camino... y acabé llegando al hotel por el camino más corto y por pura casualidad, ya que tardé un rato en asociar la puerta acristalada con 4 estrellas dibujadas con la puerta de un hotel.
Es curioso, debe ser por las horas perdido en ciudades, caminando por puro placer y jugando a descubrir nuevas calles. Nunca he confiado en mi instinto orientador, de hecho, cuando vamos a la montaña, bastante tengo con saber que el musgo crece en la parte norte de la corteza del árbol, que el sol sale por el este, y que las brújulas son un elemento de un ser oscuro para perdernos aún más.
Y si hablamos de estrellas, muy bonitas, pero nunca he sabido reconocer la osa mayor, la osa menor y toda esa gama de constelaciones que la gente mira maravillada y que se usaba antes para orientarse.
Tengo un instinto que sería muy util si no existieran los mapas, pero como existen, voy a ver si lo puedo descambiar por otro... a ver cuales quedan libres.