Eso que decía Paulo Cohelo de que si realmente deseas algo el universo conspira para dartelo, y que te manda señales que hay que aprender a interpretar, siempre me había parecido mera poesía. Pero desde hace doce horas a esta parte, creo que le voy a tener que anotar un punto a su favor.
Leyendo un libro de Terry Pratchett, escritor famoso por su literatura fantastica con toques de humor, en el que parodia a un Dios que está haciendo evolucionar de forma rapida su creación para que en pocos minutos se adapten a las necesidades de los recien llegados. Deja traslucir que el espacio y el tiempo no siempre van de la mano, siendo el espacio a veces el tiempo y el tiempo a veces el espacio... y donde un simple hecho puede cambiar toda la historia que saben que cambia porque ya ha sucedido y a la vez está por suceder. Sí, cuesta un poco pillarlo, al principio me quedé con cara de tonto, pero lo resumimos en que una casualidad a veces es mucho más potente que todos los dioses de la causalidad.
Otra vena frikie: junto con mis amigos me compré el Gears of War 2, para acallar la tensión y el estrés que acarreamos en nuestros respectivos trabajos. Al final del juego, una voz en off advierte de lo fragil que es el destino del ser humano, que un simple quiebro del destino, llamado mala suerte, es capaz de cambiar toda una vida.
Ahora mismo, viendo la segunda temporada de la seria Roma, un simple desliz de un mensajero y la mala suerte de llegar a quien llega hace que el destino de todo un imperio se tambalee.
Viendo que el universo conspira a plena luz del dia (conmigo se ha rendido y ha prescindido de la sutilidad) para que en 12 horas me mandé el mensaje por triplicado: Un quiebro del destino, una pizca de suerte, o como queraís llamarlo, es capaz de cambiar toda una vida... siendo así, ¿Por qué torturarse si lo que vivimos en este momento no nos convence demasiado?
Adelante, escribe