Delicadas

"El cambio es la única cosa inmutable." Arthur Schopenhauer

(Tiempo de lectura medio estimado: 1 min y 50 seg)

Ayer estuve en el teatro viendo la obra cuyo cartel ilustra el post y que le da nombre: "delicadas". Una serie de escenas más o menos relacionadas entre sí que van mostrando momentos cotidianos en la vida de varios personajes. Bastante recomendable para pasar un rato de la tarde del viernes, y de paso acercarse a un teatro, que no da alergia y le da un toque diferente al fin de semana.

Uno de los puntos fuertes es sin duda un "dialogo" entre Carmen Pla y Albert Ribalta. El personaje al que interpreta Albert cree ver morir a su perro, y se queda paralizado, entonces el personaje de Carmen se sume en el histerismo divagando sobre la vida, la muerte y el cambio, adornando su perorata con insultos y gritos. Debo confesar que se me escapó una lagrimilla de pura risa, y es que cada "gilipollas" que soltaba, en el momento preciso, encendía las carcajadas del público.

No es un tema nuevo, lo había tratado tan solo un par de días antes en una quedada de consolas con los amigos. Entre partido de fifa 2011 y horda de Gears of war 2 nos da por filosofar un poquito sobre la vida, debe ser por la carencia de glucosa en vena de estar tantas horas con la atención y la tensión al máximo.

Da igual si de una forma directa con mis amigos, o de una forma sutilmente urdida en una obra de teatro buscando la risa, el caso es que el tema del cambio me ronda por la cabeza ultimamente. Es cierto que vivimos en constante cambio, por mucho que queramos permanecer estáticos, es imposible que el mundo que nos rodea lo haga, así que no queda otra que ir viviendo con las cosas nuevas que se nos van presentando. Lo que no quita que reconozca tener cierto miedo aterrador a los grandes cambios, se que soy una persona que se adapta fácilmente a casi cualquier situación y luego disfruta con las novedades, pero me da miedo empezar un gran cambio. Como si fuera una montaña rusa, cuando toda la tensión se acumula en los segundos en los que los vagones traquetean cuesta arriba y justo se hace el silencio de la maquinaria en el punto más alto de la atracción, con el miedo atenazando la garganta. Y de repente te ves envuelto en una nube de adrenalina, con todos los músculos en tensión y los instintos preparados para cualquier cosa, liberados del miedo....

Y como en la montaña rusa, a veces necesito un empujoncito de alguien para salir de ese punto alto de tensión e incertidumbre y disfrutar de la bajada llena de adrenalina. Sólo un empujoncito.