"Bajo un estado que encarcela injustamente, el lugar del hombre justo es también la cárcel". H.D. Thoreau
(Tiempo de lectura medio estimado: 2 min y 40 seg)
Ayer, que estuve un poco fuera de juego, me llegaron una veintena de emails desde EEUU, Irlanda, Alemania, Argentina, Túnez (persona a quien agradezco el que me enviase la frase de Thoreau)... conocidos que me preguntaban qué está pasando. La inmensa mayoría no tiene idea de español y la cobertura anglosajona es meramente testimonial (salvo alguna portada). Me temo que voy a escribir un email único y ctrl+c y ctrl+v, pero de momento necesito escribirlo para aclarar mis ideas antes de traducirlo. Aprovecho ahora que tengo un rato de tranquilidad.
Sí, de acuerdo, había prometido a una docena de personas que mi siguiente post no iba a ser de política, ni de reivindicación... pero es que no puedo evitarlo, estoy francamente emocionado con todo lo que está pasando.
Explicar el porqué ha empezado en España podría llevarme páginas y páginas, y hay gente capaz de hacerlo mejor. Enlazo un post de una bloggera que suscribo punto por punto, tanto que hasta acojona un poco... incluyendo charlas paternofiliales a razón de la manipulación de intereconomía, educación en un colegio religioso, y sí, lo del PP también, hace ya algunos años. Me juego mi exiguo sueldo de triste becario a que hay unos cuantos cientos de personas que se sienten 100% representados con ese texto entre los miles de Puerta del Sol.
Se habla de primavera española, e incluso primavera europea (equiparándolo en cierto modo a las revueltas árabes, pero salvando las evidentes distancias), si está funcionando es porque no hay violencia, hay debate. No es tan noticiable como otras protestas europeas, ya que vende más la imagen de 200 antidisturbios al principio de una calle cubierta de humo y arrasada por el fuego, que la imagen de una docena de personas charlando. Al ser humano le va la carnaza.
En Grecia, Francia o Inglaterra al final quemaron coches, tiraron piedras, pararon el país... aquí se ha probado a hacerlo de otra forma, y hemos descubierto que si no provocas disturbios, ni intentas aprovecharte, la gente de todos las ideologías y condiciones se sienten más identificadas. Empresas privadas aportan gratuitamente baños portátiles, restaurantes llevan comida caliente gratis, bares suministran café, usuarios anónimos ceden mantas, reservas de comida, elementos de limpieza... ¿No es para estar emocionado?
Antes o después tocará pasar a los despachos porque esto no es una dictadura que haya que echar abajo y empezar de cero, es un sistema democrático que no queremos perder (al contrario que en los países árabes). Las siguientes batallas serán de tinte legal, en las instituciones, con los abogados y comunicólogos (donde poco puede hacer la multitud), con medidas concretas surgidas estos días, y con el aviso de que si alguien decide dejarlo en un cajón cogiendo polvo, sabemos como abrirlo de nuevo.
Siempre que pienso en decadencia me viene a la mente la imagen de tipos orondos bebiendo, revolcándose desnudos en comida y practicando sexo sudorosamente con chicas jovencitas, en una orgía de grasa y suciedad. Al más puro estilo de una bacanal. Esto, que en principio puede parecer hasta divertido, representa dejar de lado toda razón y actuar según los instintos más primitivos, que es un verdadero problema si se hace costumbre... y casualmente se están destapando escándalos del estilo entre las jerarquías financieras de medio mundo, en EEUU (en Wall Street es común, según Inside Job), Francia (por parte del presidente del FMI), Alemania (donde una importante aseguradora reconoce haber organizado una orgía de premio) o Italia (Berlusconi...).
Más gráfico me parece imposible, en las cúpulas económicas, esas que están por encima de los ciudadanos, las ideologías y la inmensa mayoría de empresas, se están dejando llevar por instintos primitivos, el no querer mucho, si no más. Aunque sea a nuestra costa.
Por un lado, nos toca cuestionarnos si de verdad queremos seguir enriqueciendo a esta gente decadente (seamos de la ideología que seamos), y por otro toca analizar como se azuza a todos los elementos del sistema para desacreditar a los que nos sentamos en una cafetería, en una clase/oficina, en una plaza para cuestionarnos si esto es lo que queremos. Mientras ellos gritan e insultan, mientras manipulan e intentan dividir y asustar... la mejor respuesta es mantener la calma. Quien tiene argumentos no necesita usar ni piedras, ni palos.