"La vida es como la música, debe componerse con el oído, el sentimiento y el instinto, no mediante reglas." Samuel Butler
(Tiempo de lectura medio estimado: 1 min y 30 seg)
Ayer me asaltó un grupo salvaje de harekrisnas... bueno, la verdad es que iban por Callao con un ritmo muy pegadizo y su habitual cántico. Una chica del grupo, con una sonrisa encantadora, se me acercó y me dijo que dejase de lado mis ataduras materiales a las riquezas y al sexo. Lastima que de esas cosas no gasto demasiado... pero cómo ella no tiene porqué saber cómo de triste es mi vida, negué con la cabeza mientras le devolvía la sonrisa.
Finalmente me encontré con la persona con la que había quedado, y mientras hablábamos de política, de películas, de fotografía... llegamos a Príncipe Pío, tomamos algo y finalmente compré unas cuantas cositas en un supermercado asiático para enfangarme en una cena en plan oriental que mis labios prometieron antes de que mi cerebro pudiese reaccionar. Cargado de algas, fideos, salsas y especias, me monté en el tren.... y me acordé terriblemente de la chica harekrisna que me invitaba a abandonar mis deseos más instintivos.
Frente a mí, sentada con una consola portatil, había una chica de piel clara, de pelo oscuro, de unos 20 años, vestida con una camiseta negra, una falda larga blanca y unas deportivas blancas. El novio (por supuesto, el universo no suele conspirar a mi favor) también iba con una consola portátil, sólo deduje que eran pareja porque ella hizo el intento de un par de carantoñas que se perdieron en la indiferencia que todo buen frikie cultiva mientras está absorto en el juego.
No se qué coño me ha pasado, me he cruzado con chicas mucho más provocativas y físicamente más exuberantes, pero sólo con ella sentí dentro algo brutal luchando por salir, cómo un lobo enjaulado que se lanza contra las frágiles paredes de su prisión. En el momento en que él la ha apartado distraído en el amago de un beso, me han dado ganas de hacer volar las algas, hacerle volar a él y quedar cómo el héroe que rescata a la chica.
Y de paso, desatar al lobo.
En lugar de eso tuve que morderme los labios y canturrear para mi mismo, medio coña medio castigo, el hare hare... que mierda de vida tengo a ratos.
Adelante, escribe