"Cuando alguien pone el dedo en la llaga, sólo los necios piensan que lo importante es el dedo." Confucio
(tiempo de lectura medio estimado: 1 min y 15 seg)
Muy de vez en cuando, por error del sistema, o por alineación de planetas, me surge alguna cita. Pero de las de verdad, de esas en las que la otra persona no es una amiga que sólo queda a comer contigo, ni de las que, por azares varios, acabas haciendo algo con alguien (que seguramente esa alguien hubiera preferido estar en otro sitio). Entonces, cuando el destino deja de mordisquearme los tobillos y se une a mi para dar alguna oportunidad a mi triste vida sentimental, trato de sacar lo mejor de mi mismo.
Quizás no al mismo nivel que la cita en 2 minutos de Ted Mosby, pero con algo de tiempo he hecho cosas curiosas, sobretodo si conozco un poquitín a la persona en cuestión y puedo prepararme algo que se adecue un poquito a ella (tampoco mucho, porque una de las cosas que más me gustan de las primeras citas es empezar a conocer a esa persona a fondo).
El caso es que en el último par de meses, con un destino especialmente amistoso conmigo (algo querrá a cambio), he tenido un par de oportunidades en condiciones, pero mi subconsciente se ha empeñado en hacerme quedar como un gilipollas. Decir cosas inadecuadas que no suelo decir y que por tanto no pintan nada, soltar frases épicas (pero de las de EPIC FAIL), evaporarse mi sentido del humor, desaparecer por completo mi seguridad, e incluso olvidarseme como andar de forma normal y parecer más a un chimpancé obligado a caminar erguido.
No se qué me pasa, si mi subconsciente quiere decirme algo, o si realmente mi cuerpo sabe que no estoy haciendo lo que realmente deseo (o con quien realmente deseo), o si simplemente es para minar un poco mi autoestima, que estaba creciendo a pasos agigantados y eso no debe ser bueno. Y esta es una batalla más que añadir a las cosas pendientes, y de las difíciles porque no depende exclusivamente de mí. Arghs.
Adelante, escribe