"No fracasé, sólo descubrí 999 maneras de como no hacer una bombilla." Thomas Alva Edison
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Fantasmas del pasado aparte, digamos que soy... terco. Si algo depende exclusivamente de mi, y tengo cierto interés en que salga adelante, saldrá... aunque me tenga que quitar tiempo de dormir, comer, o incluso de vivir. Cuando me marco una meta que sólo depende de mi, un objetivo claro que quiero conseguir, y tropiezo una y otra vez, lejos de desanimarme, me empeño más, me tomo mi tiempo para repensarlo, para atacarlo por diferentes flancos. Siempre recuerdo la respuesta de Edison (la que encabeza el post) cuando le preguntaron por qué no se rindió al fracasar un millar de veces en descubrir el filamento de tungsteno para estabilizar las bombillas. Hay una muy delgada linea entre obsesivo y persistente.
Ayer estuve en el monólogo de Piedrahita, y en un momento determinado da al público unos minutos para que escriban una pregunta y se la dejen en una cajita. Pretende, acertando, una segunda parte del monólogo más interactiva. Bromeaba con mi acompañante sobre que tenía a un mono con dos platillos en la cabeza y que por eso no se me ocurría nada. En realidad tenía la mente a toda maquina, echando vapor y haciendo retemblar cada tornillo del engranaje. Da igual que la haya tenido fustigada las dos últimas semanas de intenso uso, debates económicos, filosóficos y existencialistas de por medio (voy a tener que cambiar de compañías), y apurando mis últimos recursos en sobrevivir (eso de ser capaz de dirigir el tenedor a la boca y no al ojo).
En mi herido orgullo pervive la intención de redactar una pregunta que sea algo ingeniosa y de la que no me avergüence identificar como mía en público.
Por cierto, foto al final del monólogo:
(mi nivel de jodefotos aumenta hasta niveles insospechados con el paso del tiempo... si lo hago a posta no consigo poner otra cara más ridícula).
Adelante, escribe