"Hay instintos más profundos que la razón." Arthur Conan Doyle
(tiempo de lectura medio estimado: 1 min y 10 seg)
Hoy toca historieta, no recuerdo exactamente donde la leí, o donde la escuché... sólo se que tiene algo que ver con Rusia (que memoria selectiva más inútil tengo).
Un tipo alcohólico y brutal desahogaba sus fracasos sobre su mujer y su hijo. La mujer, siempre que podía, se interponía entre su violento marido y su hijo. Año tras año, discusión tras discusión, cimentaron la determinación del muchacho para escaparse de casa en cuanto pudo. Encontró trabajo, y, aunque volvía a casa a menudo para ver a su madre, evitaba a su padre o, directamente, le ignoraba. Consiguió prosperar a base de esfuerzo, no dejaba que nada le distrajese, ni se casó, ni tuvo hijos.
Con el paso de los años, su madre se puso enferma, y acabó muriendo. A pesar del cariño que sentía por ella, en el funeral fue incapaz de soltar una lágrima. Se decía a si mismo que la vida era cruel, pero había que sobreponerse. Seguir luchando. La gente admiraba su entereza. A los pocos años también acabó falleciendo su padre, al que tanto odiaba. Acudió al entierro sólo para comprobar que de verdad había muerto. Y allí, ante la tumba, se vino abajo. Lloró desconsoladamente. Ya no tenía nada que le mantuviera en pie... ni siquiera el odio que le había espoleado hasta su posición.
Parece un cuento, de esos donde se exagera todo para que se vea la lección clara. La pena es que en la vida real pasa, puede que nos cueste verlo, pero hay gente que, si le quitas su opuesto al que odiar, se sumen en el desanimo y en el sinsentido de una vida sin objetivos. Lo he visto no muy lejos. Triste.
Adelante, escribe