No es la primera vez que me insulto a mi mismo, lo que ya en su momento me pareció raro, ahora me parece de psicótico perdido. Por suerte la cordura suele predominar y se que este insulto susurrado en bajito para mi mismo tiene una explicación muy lógica y merecida. El pánico desaparece al saber que no me estoy volviendo loco, si no crítico.
Llevo un par de días pensando, dando vueltas a un par de temas, reprochándome mi cobardía en otro cierto tema, decidiendo si hacer algo o no, o pensar más, o esperar que algo se haga por mi (la pasividad es el arma del paciente... y del cobarde!!).
El caso es que esta mañana, demasiado taciturno como para ponerme a estudiar, me he puesto el chandal, las deportivas y he huido a un bosque cercano al centro de mi ciudad (quien dice cercano, dice un par de km y quien dice bosque, dice unas poquitas hectareas, creo que 7, de caminos con arboles y tal). Despues de correr un rato, he llegado a casa, me he dado una ducha, y me he puesto a ver el debate sobre economia (tengo aficiones perversas ocultas) mientras desayunaba.
En cuanto me he despejado (sí, la economia es apasionante hoy en dia) me he puesto a estudiar, transformadores trifasicos por aquí, sistemas de aparamenta por allá... unas cuantas horas. Escuchando música, con algún que otro trozo de chocolate escamoteado en rapidas incursiones a la cocina. Por la tarde algo más de estudio, algo de escribir una novelita que tengo a medias, y despues a la academia de Ingles, donde me han adelantado que de nuevo estaré este verano como monitor en Irlanda.
Y ahora, que ya es de noche, cuando los sentimientos desatados hacen más daño, cuando pensamos un poco antes de dejarnos mecer en los brazos de Morfeo (los afortunados podran dormir mecidos por otro tipos de brazos), cuando cualquier luz brilla más... me he susurrado que soy gilipollas.
Nunca me había sentido fisicamente tan bien, no me duele nada y estoy medianamente en forma. Me siento bien al escribir, y aunque se que me pilla lejos la profesionalidad, mantengo que la realidad acaba donde empieza la imaginación, y eso me hace sentir libre. No tengo problemas de dinero ya que vivo con mis padres todavía y los recursos de los que dispongo dan para mi estilo de vida. Estudio algo que, aunque no me apasiona, me parece interesante. Siento que mi trabajo de anteriores años en Irlanda es reconocido, y se me pide que vuelva tantas veces como me sea posible, algo que refuerza mi moral.
¿Que no tengo novia? Bueno, la tuve, y desde que lo dejamos hace ya tiempo, pocas veces no he tenido la compañía de alguien especial. ¿Que podría tener más dinero? Pues sí, pero puedo permitirme salir dos o tres veces a la semana a cenar fuera y a tomar una copa, y con lo que sobra tengo para un par de viajes al año (a parte de Irlanda, que pago con mi trabajo allí). ¿Que soy malo escribiendo? Pero nadie me quita las largas horas de escribir, mi ritual preferido para lograr un poquito de felicidad. Hay miles de millones de personas que están peor que yo, y todavía tengo la desfachatez de sentirme desdichado. Se que la frase que encabeza el blog (que ya es seña de indentidad en mis blogs, aunque no sea mía) es elocuente, y que tengo derecho a sentirme desdichado mientras no olvide que hay otras personas a las que puedo ayudar (y las ayude). Pero es que es sentirse mal en mi situación es como dejar el grifo de agua fresca abierto... un desperdicio.