"Si cierras la puerta a todos los errores, también la verdad se quedará fuera". Rabindranath Tagore
"La mentira más común es aquella con la que un hombre se engaña a sí mismo. Engañar a los demás es un defecto relativamente vano". Friedrich Wilhelm Nietzsche
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Esta mañana he acompañado a una amiga a hacer un recado. Nos hemos despedido con un abrazo y he dado un breve rodeo antes de llegar a casa para echar un ojo al coche aparcado en una calle cercana a la estación. A mitad de camino una chica me ha abordado en la calle, debía tener 17 o 18 años y "lloraba" desconsoladamente. Me ponía ojillos y la boca formaba una pequeña "o" que daba un tono lastimero a lo que decía.
Me imploraba algo de dinero porque la habían dejado tirada y no podía volver a casa. Desde el principio me he dado cuenta de que no tenía lágrimas de verdad, y de que el tono era hasta cierto punto fingido (demasiada experiencia con adolescentes que intentaban engañarme en Irlanda para que les dejase emborracharse), así que he dicho que no llevaba nada suelto y he seguido mi camino.
Ahora me arrepiento. Tendría que haberme parado y haber hablado con ella. Uno nunca sabe lo que puede haber detrás de alguien, y sin duda, juzgar en 5 segundos por un par de detalles, no es el mejor método posible. Incluso sin estar en mi mejor momento económico, no sería un problema pagar un billete de tren, o un café, o un bocadillo. O, lo que es más importante, ofrecer un oído.
Da igual si sólo uno de cada diez tiene una historia de verdad, no se puede ignorar a todos por sistema. Tengo que apuntármelo para que la próxima no se me olvide... cuando uno se siente fuerte a veces olvida que no siempre ha sido así, y que una mano tendida es todo un lujo.