Es curioso como lejos de dejarnos descansar en los peores momentos (la perdida de un familiar, operaciones complicadas, enfermedades largas...) hay autenticos emporios erigidos con la desesperación y el impacto psicologico.
Lo más primario, los circos sociales que se congregan en estas situaciones, pueden visitarte al hospital gente que no te saluda por la calle, pero que tiene que ir a verte porque cierto familiar tuyo visitó a cierto familiar suyo cuando eran ellos los que estaban en el hospital. Los tanatorios se llenarán de gente que desacompaña, de las que hace años que no sabes nada, verás sonrisas, escucharás carcajadas y sólo cesarán cuando haya que dar el obligado pesame a la doliente familia. Los pasillos de los hospitales serán un hervidero de gente charlando tranquilamente, sin importar que haya gente muriendose en la habitación de al lado.
Hace unos años, cuando falleció la madre de la que era mi novia, me quedaba impresionado cuando me comentaba que nada más morir el familiar, ya había un representante de pompas funebres en el pasillo para que contrataran el servicio requerido. Los seguros hacían preguntas más que personales para ver si la familia tenía derecho a cobrar lo que habían contratado hacía años, mucho mucho antes de diagnosticar el cancer.
Cuando estaba acompañando a mi madre en el hospital bajé un par de veces a la cafeteria a desayunar. ¡Y menos mal que sólo fueron un par de veces! 4 euros por un croisan y un trina, ¿como se puede cobrar precios tan abusivos dentro de una entidad publica como es la sanidad? Aunque el catering dependa de una empresa privada, no es lógico que tengas que hacer grandes desembolsos cada vez que quieres picotear algo. Además, el enclave del hospital lo favorece, pues los bares más cercanos están a 200 o 300 metros, al final de la avenida que conecta el hospital con la ciudad. Demasiado lejos como para irte tranquilo.
Y, finalmente, trás la perdida de un familiar muy cercano de un amigo intimo, la familia tiene que ver como hacienda se hace con parte de la herencia... una herencia que sólo les corresponde a los familiares, pues ya se pagaron impuestos por amasar ese dinero, fruto de negocios legales y trabajo arduo. (me consta, pues conocía a esta persona ya que era amigo de la familia).
Es incomprensible que no quieran dejarnos morir en paz. No tengo miedo a la muerte, despues de todo es lo unico que tenemos seguro al nacer, tengo miedo al dolor que dejamos tras nosotros, a la soledad que podemos generar en quienes tenemos cerca. Y ahora, nos obligan a tener miedo de que nuestro fallecimiento sea, a parte del trauma lógico, una fuente de problemas con entidades carroñeras.
No digo que haya que llorar con cada pena, hundirse con cada desgracia, es más, creo sinceramente que el dolor no debería robarnos la capacidad de ayudar a los que están alrededor (por eso la frase que encabeza mi blog), secarse las lágrimas y seguir tirando del carro es una de las mayores superaciones que conozco. Sólo digo que hay sitios para todo, y que el respeto al dolor ajeno debería ser la máxima a cumplir. Por supuesto que es necesario que haya negocios en torno a estas situaciones, pero no se pueden convertir en abusos de situaciones delicadas, en ataques a la persona llorosa que intenta usar todas sus defensas en mantenerse en pie.
Siento vergüenza por como se erigen emporios gracias al dolor ajeno. Siento impotencia porque se permiten estos abusos. Siento miedo por ver a lo que el ser humano es capaz de llegar.