"No se sale adelante celebrando éxitos sino superando fracasos." Orison S. Marden
Tengo la costumbre de no dejarme llevar por las rayadas cuando estudio, que suele ser el momento en el que más intensamente atacan. Simplemente tengo un bolígrafo verde con el que hago anotaciones de lo que me pasa por la cabeza para desterrarlo cuanto antes y centrarme. Eso, junto con que estudio con apuntes y una pila de papeles donde voy escribiendo resúmenes, gráficos, esquemitas y demostraciones.... al final me junto con un taquito de folios garabateados en negro donde brillan tímidas frases en verde.
El otro día en la oficina hablábamos sobre las claves de la felicidad, y yo dije que me gusta ponerme retos al limite de mi capacidad... a veces incluso un poquito más allá. El ser humano ha llegado tan lejos, para bien o para mal, gracias a ese afán de dar siempre un paso más. Gracias a esa ambición los Curie no se rindieron, especialmente ella, y salvaron (y salvan aún hoy) millones de vidas, por ejemplo. O si Edison hubiera decidido que un centenar de fallos eran suficientes para no seguir investigando sobre las bombillas, hoy estaríamos un poco más a oscuras. Cada fracaso es una nueva oportunidad para superarse. El ser humano lo lleva en la sangre, seguir luchando, seguir buscando, aunque sólo trascienden hasta nuestros días los que hicieron algún avance memorable, no podemos quitar importancia a los que simplemente querían ser felices.
El problema de tomarse así la vida es que a veces me siento como si caminase al filo de un rompeolas en plena noche mientras una tormenta castiga la costa. Oscilando entre el exito más brillante o el más calamitoso de los fracasos, esperando constantemente esa ola que me va a hacer caer y que soy incapaz de ver por mucho que me esfuerce. Hace tiempo que decidí dejar de vivir la vida de otros, y centrarme en la mía, ser yo el que disfrute con mis éxitos y llevarme la hostia con los fracasos... no delegar responsabilidades de mi propia existencia, no cargar mis errores sobre la espalda de otras personas, no sentir envidia de sus logros, ni aferrarme a los errores de otros y pensar que mal de muchos...
Es curioso, lo que para unos supone un golpecito inofensivo, un mero toque informal, para otros es una fuerte embestida, de esas que te desequilibran, que te dejan sintiéndote en mitad de un páramo, desierto, con los restos de tus proyectos y deseos esparcidos por el suelo a tu alrededor. Y te preguntas en que has podido fallar, te sientes noqueado durante un tiempo, deseando que todo pase. Por mucho que critique al ser humano (a veces hasta para desear nuestra extinción), me temo que siento debilidad por la complejidad que puede alcanzar... hasta el punto de que yo mismo he vivido victorias que me han dolido más que algunos fracasos.
Si uno quiere ser feliz, a veces toca apretar los dientes, levantarse, sacudirse el polvo y dar un pasito más, aunque a veces cueste lo indecible.