Abril 2011 Archives

"La realización del sentido propio, lo más profundo posible, pero siempre personal, es la sola meta de toda vida individual." Hermann Alexander von Keyserling.

(Tiempo de lectura medio estimado: 1 min y 05 seg)

No voy a negar que este post esté un poco motivado por el episodio de "doctor Mateo" de ayer domingo en antena 3, pero solo un poco, prácticamente nada...

En realidad ha sido el empujoncito para que me pusiera a ello. La verdad es que las ganas de este post venían de antes. Hace un par de años me encontré un listado que hice cuando cumplí los 18... en su momento escribí una veintena de cosas por hacer, aunque un par de ellas estaban desfasadas y tuve que borrarlas, demasiada sangre adolescente por mis venas. En lineas generales nada ha cambiado brutalmente en mi forma de pensar. Si acaso veo algunas cosas desde otro punto distinto, con otro ángulo, pero no demasiado diferentes.

Hace unos días, en mi lucha contra mi gran enemigo mortal de la muerte (link), aparté el ordenador que tengo sobre la mesa y descubrí una estantería cubierta de polvo que queda escondida por la torre del CPU, y entre dos libros de mi infancia estaba atrapada la lista, esperando que la encontrase por segunda vez. Y había una cosa que tachar.

Siempre he buscado metas suficientemente grandes para no perderlas de vista, pero no tan enormes que fueran inalcanzables... la vida sin tener un lugar al que llegar luchando no tiene demasiado sentido, así que siempre tengo un desafío pendiente, por sencillo y cotidiano que sea. Ahora bien, mis grandes cosas-que-hacer-sí-o-sí están en este papelajo... espero no perderle de vista... otra vez.

"El cambio es la única cosa inmutable." Arthur Schopenhauer

(Tiempo de lectura medio estimado: 1 min y 50 seg)

Ayer estuve en el teatro viendo la obra cuyo cartel ilustra el post y que le da nombre: "delicadas". Una serie de escenas más o menos relacionadas entre sí que van mostrando momentos cotidianos en la vida de varios personajes. Bastante recomendable para pasar un rato de la tarde del viernes, y de paso acercarse a un teatro, que no da alergia y le da un toque diferente al fin de semana.

Uno de los puntos fuertes es sin duda un "dialogo" entre Carmen Pla y Albert Ribalta. El personaje al que interpreta Albert cree ver morir a su perro, y se queda paralizado, entonces el personaje de Carmen se sume en el histerismo divagando sobre la vida, la muerte y el cambio, adornando su perorata con insultos y gritos. Debo confesar que se me escapó una lagrimilla de pura risa, y es que cada "gilipollas" que soltaba, en el momento preciso, encendía las carcajadas del público.

No es un tema nuevo, lo había tratado tan solo un par de días antes en una quedada de consolas con los amigos. Entre partido de fifa 2011 y horda de Gears of war 2 nos da por filosofar un poquito sobre la vida, debe ser por la carencia de glucosa en vena de estar tantas horas con la atención y la tensión al máximo.

Da igual si de una forma directa con mis amigos, o de una forma sutilmente urdida en una obra de teatro buscando la risa, el caso es que el tema del cambio me ronda por la cabeza ultimamente. Es cierto que vivimos en constante cambio, por mucho que queramos permanecer estáticos, es imposible que el mundo que nos rodea lo haga, así que no queda otra que ir viviendo con las cosas nuevas que se nos van presentando. Lo que no quita que reconozca tener cierto miedo aterrador a los grandes cambios, se que soy una persona que se adapta fácilmente a casi cualquier situación y luego disfruta con las novedades, pero me da miedo empezar un gran cambio. Como si fuera una montaña rusa, cuando toda la tensión se acumula en los segundos en los que los vagones traquetean cuesta arriba y justo se hace el silencio de la maquinaria en el punto más alto de la atracción, con el miedo atenazando la garganta. Y de repente te ves envuelto en una nube de adrenalina, con todos los músculos en tensión y los instintos preparados para cualquier cosa, liberados del miedo....

Y como en la montaña rusa, a veces necesito un empujoncito de alguien para salir de ese punto alto de tensión e incertidumbre y disfrutar de la bajada llena de adrenalina. Sólo un empujoncito.

"En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente." Khalil Gibrán

(tiempo medio de lectura estimado: 1 min y 45 seg)

Aprovechando que hoy tenía el día libre he ido a correr prontito. Aunque suelo llevar un ritmo moderado (para mejorar fondo), en algunos tramos hago sprints (para darle aire a la potencia)... en una de esas me he pasado de optimista y he tenido que parar un rato para respirar, y ya que estaba en el suelo, en un cesped bastante amigable, he hecho algunas flexiones para no perder cierta apuesta. La verdad es que casi asumo que no voy a llegar al mínimo, pero por intentarlo que no quede.

El caso es que estaba ahí gruñendo, por el esfuerzo, cuando un hombre se ha dejado caer en un banco cercano, un poco pálido y como si le faltase el aire. Me he levantado de un salto y me he acercado para ver si estaba bien. El hombre intentaba tomar aire y casi no podía hablar, pero cuando se ha tranquilizado un poco, me ha explicado que no había bebido agua en toda la mañana, y que estaba un poco deshidratado, pero que no era capaz de agacharse a beber de la fuente y estaba tomando fuerzas para llegar a una cafetería que estaba a unos 500 metros, que aunque no llevaba dinero, al menos le darían un vasito para recuperarse.

Como yo no llevo botella de agua porque me gusta ir ligero y hay fuentes de sobra en el parque, no podía ayudarle en ese momento. Pero siempre llevo un par de monedas de 2 euros en el brazalete del mp4, para tomarme un café o algo si necesito tomarme un respiro. Así que me he acercado al trote a la cafetería y he vuelto con una botellita de agua. En ese lapso de tiempo el hombre parecía bastante más recuperado y después de beberse el agua y descansar ha vuelto a recuperar el color. He esperado un ratejo para comprobar que ya estaba bien y en ese lapso de tiempo, ha señalado un grupo de frondosos matorrales y me ha dicho que esa zona se incendió hace unos meses, pero que ahora bullía de vida, que al final la primavera, antes o después, llega a todos lados.

Era una imagen acojonante, cientos de plantas cuajados de flores moradas, azules, rojas y blancas... y tan solo algún matojo retorcido y escondido, prueba del fuego de hace unos meses. Pero voy ligero y no llevaba cámara... así que os planto la foto de mi peor enemigo. Quedaos con su cara...

"Creer que un enemigo débil no puede dañarnos es como creer que una chispa no puede incendiar un bosque." Saadi, poeta persa.

(tiempo medio de lectura estimado: 1 min y 30 seg).

Mi cama está contra la pared, y debajo hay un cajón lleno de sabanas, mantas y tal. Todo lo que no es cajón son apuntes y libros de la carrera (que fácilmente pueden llegar a 10.000 folios). No hay espacio ni para un alfiler, está todo a presión. El caso es que de vez en cuando le doy una limpieza porque el polvo parece encontrar siempre un hueco para colarse, la última vez hace un par de semanas. Así que casi me caigo de espaldas esta mañana cuando, mientras hacía la cama, la prima hermana de spiderman ha aparecido correteando por la pared.

Soy un racista, lo se, no soporto a las arañas (¿qué? aunque un tipo sea un poco más oscuro de piel, o un mucho más pelirrojo y barrigudo, o más bajito con ojos rasgados, no es tan diferente de mi como lo es una odiosa araña). De hecho, mi racismo se reparte por igual entre todas las razas con más de 4 patas. Una de las pocas cosas que me gusta de vivir en un tercero en mitad de un desierto de asfalto y coches es que los únicos insectos que tengo que ver son algún mosquito o mosca cojonera de vez en cuando (ambas especies con 6 patas, pero se lo perdono).

Una pedazo de araña que me miró desafiante cuando fui a por la cámara, de hecho, no pude hacerle una foto porque me razonó muy convincentemente sobre el derecho de imagen. Era una araña realmente grande. E inteligente.

Bueno, a lo mejor no era tan grande, si acaso un centímetro... el caso es que consultando en internet parece que todas las arañas son muy venenosas, especialmente las que están en casa y son marrones (y aparecen un monton de imagenes con brazos y manos medio necrofilizados por culpa de picaduras). Como me ha empezado a picar todo, esta tarde tengo pensado empezar una batalla abierta, retiraré la cama y, bien pertrechado, buscaré sin misericordia otras posibles familiares... ellas serán más inteligentes, pero yo voy preparado, ¿será suficiente?.

"La gente se cree que es inmortal, por eso se quedan quietos y se acogen a una rutina quedandose alli paralizados." Felix de Azua

(Tiempo estimado de lectura: 1 min y 35 seg)

¿Nunca os ha dado la sensación de vivir en una jodida rutina en la que todos los días son iguales?¿Como si alguna entidad que pudiera dirigir nuestros pasos hiciera un ctrl+c y ctrl+v y ctrl+v y ctrl+v?

Lo único nuevo de hoy ha sido esta canción, triste pero cierto. Ojo, soy un maldito cobarde que no le hace ascos a una buena rutina, pero es que a veces roza el absurdo y el cuerpo me pide que me estampe contra el escaparate de una tienda de cactus para vivir algo tragicómico. Lo de hoy ha sido brutal.

Todos los lunes, miercoles y viernes le piso el suelo recien fregado a la señora de la limpieza, y siempre hago la misma maldita broma ("a ver si me cambio de horario para no pisarte el suelo recién fregado, je, je...") y corro antes de llevarme un fregonazo. Todos los días de la semana voy a la universidad a la misma hora. Llevo un mes cruzándome con una patrulla de policía que se da una vuelta por el barrio. Llegando a la universidad, entre el portón de entrada y el final del primer edificio (unos 50 metros) me cruzo con el mismo tipo cada día... contando que andamos a 1,5 metros por segundo y vamos en dirección contraria en un tramo de 50 metros, tenemos aproximadamente entre 15 y 30 segundos de todo un día para cruzarnos en esa zona, y nos cruzamos todos los días (en serio, somos los dos unos cracks para atinar siempre con tanta precisión).

Trabajo generalmente pegado a un ordenador, y al salir me cruzo con un tipo que no va del todo mal vestido y siempre pulcramente afeitado, pero con la litrona de cerveza en la mano, bebiendo solo y de pie (sorprende por la cantidad de gente y bancos que hay en el campus). Ya por la tarde, salgo a hacer un curso (o para trabajar en el proyecto), y antes, para despejarme, me tomo un café en la misma cafetería de siempre donde el camarero ya me saluda por mi nombre.

Allí dos chicas, con las que siempre coincido, beben el suyo mientras charlan. Nos conocemos de vista, de coincidir día tras día. Tal es el punto de rutina, que hoy me he tomado una manzanilla porque ya estaba harto de café, y una de ellas, al salir, me ha preguntado si me encontraba mal.

Pues eso, que necesito un cambio.

Don't you hear me calling you
Write your letters in the sand
For the day I'll take your hand

39 - Queen

(tiempo medio de lectura estimado: 1 min y 20 seg)

Ayer me pasaron esta canción, que no escuchaba desde hace unos años, y no he podido evitar ponerme un poco nostálgico.

Desde mi tierna adolescencia he fantaseado con un tema recurrente. Ni fama, ni dinero, ni inteligencia, ni popularidad, ni ser un conquistador nato... siempre he querido ser un héroe, pero no de esos de armadura brillante y sonrisa perfecta, ni el que tiene el fusil de asalto con más precisión y alcance y que no se despeina aunque le estalle en la cara una bomba capaz de echar abajo un edificio, si no un jodido y triste héroe que pasase desapercibido hasta que la damisela en apuros estuviera al borde del colapso. Entonces entraba yo en escena y, como jodido y triste héroe, me llevaba todos los palos en su lugar. Malherido y renqueante, habiendo soportado lo impensable, sonreía y disfrutaba del beso de recompensa. Dulce bálsamo que hacía que todo mereciese la pena.

Pero por desgracia el mundo no es tan sencillo, ni feliz, ni justo. Y, aunque me cueste asumirlo, existen luchas que me quedan grandes y donde después no encuentras romántica recompensa. De todas formas, persiste esa venita adolescente que me impulsa a partirme metafóricamente la cara (más bien a que me la partan) para intentar ganarme un beso, incluso un breve roce en los labios, aunque ya he comprendido que a menudo las "damiselas en apuros" también serían capaces de sacarme a mi de los míos.

Pensándolo bien, no descarto del todo la idea del jodido y triste héroe que sólo sale al final de la película para llevarse todas las hostias que el protagonista principal no se lleva para no despeinarse... de alguna forma habrá que dar sentido a nuestras vidas, ¿no?