"La conmiseración con los animales está íntimamente unida con la bondad de carácter; de tal manera que se puede afirmar, de seguro, que quien es cruel con los animales no puede ser buena persona". Arthur Schopenhauer
(tiempo de lectura medio estimado: 1 min y 30 segs)
Tenía ya redactado y preparado otro post. Pero en el metro me ha pasado algo que me ha hecho, como dice mi padre, volverme más tierno que el día de la madre. Normalmente no me siento porque siempre habrá alguien que lo necesite más que yo, pero hoy venía francamente cansado. Dos estaciones después, un chaval de 18 o 20 años se ha sentado a mi lado, encogido sobre si mismo, con una sudadera liada en el regazo.
Iba leyendo en el movil y no me he fijado mucho hasta que una pata negra y peluda se ha salido de la sudadera para posarse en mi brazo. Me he fijado mejor y he visto una carita felina de entre los pliegues de la sudadera, con los ojillos medio cerrados. He sonreido y le he dicho al chaval que incluso medio dormido ese gato tenía cara de listo. Y hemos empezado a hablar. Se lo ha encontrado muy solito y debil a primera hora de la mañana, y no debía tener más de un mes. No podía llevárselo a casa porque está en Madrid de paso. Ha ido al deposito de Madrid y le han dicho que ya si eso se harían cargo a lo largo del día, si eso. No le ha convencido la respuesta y había decidido acercarse al de Mostoles.
No ha parado de acariciarle la cara y susurrarle que se iba a poner bien. Le he contado que nosotros también nos encontramos a uno, una bolita de pelo al que le cogimos mucho cariño, y con el que tuvimos llorera cuando tuvimos que sacrificarlo con un añito y medio por una enfermedad incurable (ahí dejo la foto de cuando se metía en mi cama justo antes de hacerla, igual que cuando se metía en la maleta cuando iba a prepararla para irme de viaje). Él ya tenía uno en su casa y hemos comentado un par de anécdotas antes de llegar a nuestra estación y bajarnos.
Al hacer transbordo hemos coincidido en el mismo anden y he visto que el chico iba muy cansado... se ha sentado en el suelo, con la espalda pegada a la pared, mientras seguía estrechando contra su pecho al animalito envuelto en la sudadera. Ha empleado toda la mañana en ir y venir de un sitio a otro para intentar dejarlo en buenas manos, se ha gastado su dinero en comprar varios billetes de metro y no paraba de sonreir e intentar tranquilizar al gatito.
Me ha devuelto un poco la fe en el ser humano.
Un encuentro conmovedor, un gesto lleno de ternura y amor el de ese chico con el gatito. Debes seguir teniendo fe en el ser humano :-) Gracias por compartir esta sencilla anécdota con una gran enseñanza.
Besitos caribeños!! ;-)
Muchisimas gracias por pasarte por aqui :).
Besitos madrileños... Tienen menos gracia, pero son los mios :p