"Todo hombre normal se siente a veces tentado a escupirse en las manos, izar la bandera negra, y empezar a cortar pescuezos". H.L. Mencken
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Esta mañana he ido a "correr" (y va entre comillas porque, de los 13 kilómetros de mi recorrido, 9 de ellos son andando). Ahora salgo todas las mañanas, he encontrado un cierto vicio a eso de calzarme las deportivas. Aunque la noche anterior piense que me toca descansar o que tengo mucho que hacer, por la mañana me acuerdo cuando ya estoy en camino. Supongo que es la manera que he acabado eligiendo para afrontar todo lo que no me gusta, o lo que no me sale, que ahora mismo son unas cuantas cosas. ¡Mejor opción que izar la bandera negra!. Supongo.
Hay momentos en los que me regalo un sprint. Es ese estallido de absoluta evasión, en el que la única meta de mi cuerpo es avanzar. En el que todo a mi alrededor se emborrona. En el que apenas noto los arañazos de los arbustos hendiendo la piel de las piernas dibujando profundas lineas rojas. En el que siento latir los músculos, rabiosos, desde los tobillos hasta el pecho.
Es un momento único. Un estado alterado de la conciencia. No hay miedos, ni enfados, ni frustraciones, ni grietas, ni armaduras. Es el momento en el que me siento más yo. Más lobo. Más libre.
Adelante, escribe