"Pasa la nube inmensa;
toda suya... todo suyo.
Huracanes de vientos;
lluvia andante semiparalela
y en todo el monte funerales alegres, naturales,
de hojas muertas."
Extrechinato y tu.
(tiempo de lectura medio estimado: 1 min y 30 segs)
La etapa de hoy es la que parece más dura, o eso dicen. Yo empiezo un poco acojonado porque un alemán y un austriaco han salido antes de tiempo y me he dado una pequeña carrera de 100 metros para advertirles que comprasen agua (algo muy repetido en español, pero no en inglés o alemán). ¡Me he quedado sin aire en apenas 100 metros! Vale que trotar medio cojeando mientras esquivo boñigas de vaca a oscuras no es mi especialidad (¡todavía!) pero golpea mi animo.
Todos tenemos nuestras redes, yo tengo media docena de cosas a las que agarrarme, alguna especialmente confortable y mullidita, razones por las que el desanimo o la tristeza sólo son temporales. Esa sensación de estar a salvo por la que, después de cada golpe, uno se levanta del suelo con una media sonrisilla grabada en la cara.
Aún así, una de las cosas que comentaba ayer cobra importancia. Caminar con gente siempre ayuda en estos momentos. Hablando con unos y con otros descubro que casi todos tienen algún día más regular, con menos animo, menos fuerza. Días que tiras con todo hacia delante por inercia.
A mi me dura poco. Cuando estamos preparados alguien me sonríe (con esa sonrisa llena de fuerza) y se lanza de cabeza a andar, así que me animo de golpe y mantengo su ritmo para ir charlando. Siempre he pensado que no todo el mundo es consciente de lo que provocan en otros. Incluso en breves lapsos de tiempo. Cómo pueden llegar a mejorar, sin darse cuenta, una experiencia con una simple sonrisa.
Finalmente la ruta resulta la mejor de todas las que he hecho hasta ahora. El primer ascenso te quita un poco el aire, pero una vez en caliente, es llevadero. Las nubes van rodeándonos a mitad de camino para acabar a nuestros pies según avanzamos, cubriendo el valle y regalándonos espectaculares vistas. El suelo esta cubierto de hierba y hojas, alimento para los caballos salvajes y las vacas que pastan en la zona. Hay ratos donde el viento sopla con fuerza, extiendo los brazos y disfruto de sentirme libre.