Odiaría los martes si no me hicieran sentir tan vivo. Este dia de la semana supone salir de casa a las 9 menos algo de la mañana y no llegar hasta pasadas las 10 de la noche. Apenas tengo un par de descansos para comer algo(por suerte la mayoría de las veces me da tiempo a disfrutar de la cocina materna... y es que alimentarse a bases de cafe de maquina no puede ser bueno :)).
Cada mañana se me regalan 3 o 4 agradables sonrisas (todo un tesoro teniendo en cuenta que parecen sinceras :)). Sí, he de reconocer que acabo agotado de la jornada y cuando llego a casa quiero cerrar los ojos y olvidarme del mundo, pero si como en Madrid me doy una vuelta por el suburbano (sin más remedio) y me cruzo con miles de historias, de vidas ajenas, de miradas y hasta alguna sonrisa regalada que da fuerzas para aguantar un ratito más.
No puedo evitar suspirar si esta chica de agradable mirada mantiene la mia unos segundos (la mayoría de las veces buscando el uno en el otro resquicios de la vida del "contrincante"... curiosidad). Si aquel personaje que me ha llamado la atención me dedica unas palabras (y aunque parezca coña, mucha gente peculiar me habla en el metro... ¿se sentirán identificados? uhms... :)). Si aquella señora me cuenta como le va a su hijo (que no, que no es coña, que me ha pasado varias veces).
No hay martes que no me asalte la inspiración para una nueva novela, para una serie de personajes, o simplemente para un relatito. No hay dia (de estos agobiantes) que no me sienta orgulloso por alguna de mis escasas habilidades (como dice un viejo proverbio africano, "los mares en calma no dan buenos marineros").
Definitivamente, los martes son extraños... me agotan, pero me dan vida... ¿que? no esperaba que se entendiera... :).