Un par de conversaciones trascendentales, tanto en persona como por messenger... una noche de fiesta en la que corrió el alcohol y un final de fiesta tumbado en el único remanso de paz que queda en el centro de Léganes (el campus universitario)... y me replanteo mi vida.
Sin malos rollos, sin tristezas ni angustias... con una preclara objetividad que me sorprende a mi mismo, casi como si estuviese analizando a alguien a quien no conozco. Mi vida nunca ha sido una explosión de actividad de fiesta en fiesta, pero he vivido muchas cosas que otros no han tenido oportunidad, he paladeado, a mi temprana edad, sensaciones que no sería capaz de plasmar en papel (o en pantalla, en este caso :) ).
Con 14 años ya estaba rodeado de botellones, siempre espectador mudo y crítico consecuente, fue en ese momento cuando me replanteé por primera vez mi vida, cambié una vida de posibles placeres terrenales por otra más sosegada de observador. Desde esa edad he estado viendo como gente de mi generación bebian hasta caer borrachos, los mismos que a los 16 años ya tomaban pastillas y que con 17 alardeaban del número de dosis que habían consumido. Arrastrados sin darse cuenta en una espiral de la que es dificil salir indemne.
Con 15 años era voluntario en un centro que repartia comida a los más necesitados, en su mayoria drogadictos o alcoholicos (que no los unicos), he visto como se pegaban por una caja de galletas... he visto como lloraban al enterarse de que debían volver al dia siguiente porque nos habiamos quedado sin nada. He escuchado sus historias miles de veces, entre resignados y divertidos. Gente que pedía sin necesidad. Otros que no querían pedir por miedo a perder un orgullo al que aludian de vez en cuando.
Mucha gente a pasado por mi vida, curioso es que con 19 años haya reencontrado amistades que creia perdidas desde hace largo tiempo. Otros simplemente yacen mudos por culpa de las carreteras. Algunos se han perdido en el barro profundo de la mala suerte y del mal hacer (drogas, alcohol, delincuencia...). Los más han tenido la suerte de seguir viviendo, con mayor o menor acierto o con más o menos suerte.
En mis brazos he tenido a alguien a punto de morir (aunque por "suerte" sólo perdió un ojo y un año de su vida), he conocido gente que no ha dudado en entregar su vida más alla de las fronteras españolas y se encuentran en campos de ayuda humanitaria en Sudamerica y Africa. Personas que juzgan sin posibilidad de un juicio, a los mismos juzgados... me he movido entre ambos "bandos", juzgando y siendo juzgado, me he elevado defensor de ciertas causas (el rol sobre todo), y me he convertido en inquisidor de muchas otras (no lo voy a negar, debo aceptar mis errores, aunque me atrevo a decir que lo volveré a hacer).
Me han atracado algunas veces (3 o 4... seguridad ciudadana, ¡JA!), unas me mostraba pasivo y en otra me defendi a costa de un par de golpes. He presenciado (como asistente de apoyo en caso de que las cosas fueran mal), peleas de gente a la que no conocia, peleas multitudinarias en las que la policia no intervenia hasta ser 8 o 9 efectivos. He dado algun susto a algunos pseudo-delincuentes de 16 o 17 años (aparte de perjudicar a la tienda donde solía estar, perjudicaban a todo el que pasaba por allí).
He montado a caballo en medio de la lluvia, cruzando algunos riachuelos llenos de piedras resbaladizas. Dormido bajo las estrellas con un plastico como sabana. He pasado la noche en una tienda de campaña hasta que la Guardia Civil vino a buscarnos. He caminado por senderos no demasiado estables. He nadado en aguas subterraneas cubierto unicamente por toneladas y toneladas de piedra.
He perdido demasiadas cosas (y no me refiero sólo a Ella, en realidad era algo que me temía... nada es eterno). He visto el dolor, he derramado lágrimas por gente a la que no conocía, he sufrido su propio dolor. He reido hasta llorar (es maravillosa la dualidad de las lagrimas), risas sinceras, alegres. En su dia fundé una organización que tuvo 30 o 40 participantes (parte de mi cruzada para fomentar el rol), he organizado eventos a los que acudía gente que no conocía de nada... y a los que trataba como iguales.
Todo ello, con lo bueno y lo malo, es parte de mí, parte de ese chico alto y moreno con aspecto grave, serio. Al igual que tambien es parte de mi ese chico alto y moreno que bromea en cuanto puede y al que no le importa hacer el payaso. He vivido mucho y todavia me queda demasiado por sentir, pero oye... tengo tiempo. De momento, lo mejor que he tenido, ha sido una novia a la que he amado profundamente (y por la que todavía siento algo).
Creo que he quemado demasiados cartuchos en estos últimos 5 años de mi vida (y los que me quedan). No he perdido el miedo a la vida (aunque sí a la muerte). Me sigo sorprendiendo con cada cosa nueva, ruborizandome con cada piropo y amando (cada vez más) cada amistad que logro mantener a mi lado. Me horrorizaré por cada injusticia como si fuese la primera vez que la veo, y cada sonrisa que me ilumine me dará un poquitin más de vida. Algunos comentan sorprendidos lo formal que soy con 19 años, a ellos me gustaría decirles (que no gritar porque no me gusta levantar la voz), que la vida va dejando cicatrices, que a algunos nos la dejan con esta edad, a otros se las dejan todavía con menor edad y que, incluso, algunos parecen nacer con ellas.